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BRISA

...y por eso decimos, que recién durante la tercera semana del desarrollo embrionario, se diferencian las tres capas germinales a través de las cuales se forman todos los tejidos y órganos embrionarios. —finalizó el profesor, mientras cerraba su carpeta y se sacaba los anteojos, buscando el estuche para guardarlos.

Realmente aveces no podía entender como ese hombre podía hablar tantas horas seguidas sin trabarse, como si fuera un monólogo.

Termine de escribir mis apuntes, poniéndole un poco de colores pasteles por todos lados para que no quedasen aburridos, y como si Dios hubiese escuchado mis súplicas dio por finalizada la clase, así que ya podía irme a mi casa.

Suspiré del alivio, porque por más que amase mi carrera, esa materia la odiaba con mi ser. Con toda la sinceridad del mundo y sin ánimos de ofender a nadie, me importaba muy poco como se formaba un bebé, no quería dedicarme a eso.

—¡Bripsi! ¿Me prestas tus apuntes después?

Voltee a ver a Martina suplicándome con sus manos y haciéndome pucherito.

No quería ser la ortiva del curso, pero posta había intentado hacerme amigas desde que había arrancado la facultad, pero eran todas tan minitas, milipilis, insoportables que ni una me había caído bien.

Bueno, Martina era con la que más había cruzado palabra, nuestros apellidos eran parecidos y siempre nos tocaba hacer todos los grupos juntas.

Asentí con una sonrisa bastante falsa, no me convenía contestarle mal ya que todo el tiempo nos hacían trabajar de a dos o en grupos. Además de que tampoco quería llevarme mal con absolutamente todos. Volteé nuevamente para agarrar mi cartera e irme de una vez por todas.

Por otro lado, Sami mi mejor amiga, me estaba esperando en el auto afuera. Ella había sido mi amiga desde que tenía memoria, y la consideraba como mi alma gemela fuera de joda. Nos complementábamos a la perfección, y las personas que nos conocían solían decirnos que envidiaban nuestra amistad. Lástima que mientras yo iba por medicina, ella iba por arquitectura, literalmente nada que ver.

—¡Al fin, amiga! No salías más.

—Perdón Sam, —le doy un beso en la mejilla. —no nos largaba más el forro de Vladimir.

—Uf, ¿te hizo pasar alguna hoy? —Vladimir era de esos profesores que les gustaba humillar y reírse de sus alumnos cada vez que encontrase la oportunidad. Y después se la pasaba cuarenta minutos por clase hablando de la importancia del respeto y los buenos valores. Patético.

Varias veces me había hecho sentir muy mal, no solo a mi, sino a mis compañeros también. Se decía que muchos dejaban la materia o incluso la carrera por su culpa, pero no tenía idea de si eso era verdad o un re chamuyo. Yo no la iba a dejar y mucho menos por un gordo pelotudo que se cree superior y que le puede faltar el respeto a las personas por el simple hecho de tener más conocimiento sobre algo que ellas.

—No, hoy estaba tranqui por suerte. Igual no me lo banco, no para de hablar un segundo.

Ella negó con su cabeza, intentando entenderme, concentrada en la avenida que teníamos en frente.

—¿Que hacemos hoy? —pregunté después de un rato en silencio en el que ambas íbamos tarareando la canción que estaba sonando del Biza en el parlante del auto.

—Me habló un boliche para hacer presencia, pero no se...

—Ella, la famosa. —me burlo y ambas nos reímos.

—No me descanses, tonta.

—Es joda. Y vamos, ¿o por que no queres?

—No, no es que no quiera, —hizo un silencio mientras estacionaba el auto porque todavía no aprendía a hacerlo y hablar al mismo tiempo. —es que no conozco el boliche. —soltó cuando sacó la llave.

𝐏𝐞𝐥𝐢𝐠𝐫𝐨𝐬𝐚 𝐎𝐛𝐬𝐞𝐬𝐢𝐨𝐧 | Exequiel ZeballosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora