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BRISA

—¿Estás segura de lo que estamos haciendo?

Sami asintió poniéndose perfume a las corridas y yo me puse mi campera de cuero.

Use el mismo perfume que usaba siempre, el blooming Dior porque era inteligente y sabía como hacer que las personas no se olvidaran de mi.

Si usas siempre un mismo perfume, sobre todo si es uno no tan común, después la gente empieza a relacionarte con ese olor y cada vez que lo sienten se acuerdan de vos.

O bueno, quizás por seguir consejos de nenas de 12 años en tiktok me iba tan mal en el amor.

Nos subimos al auto de Lauti, yo de copiloto y mi amiga atrás con Lucas. Él me saludó con un beso en la mejilla, muy cerca de los labios, y me puse nerviosa porque no sabía que iba a terminar siendo de esa noche.

—No voy a arrancar hasta que no me digan a donde vamos.

—¡A Escobar, nene! —soltó mi amiga.

—Ya se a donde vamos, pero quiero saber de donde salió esa joda.

—Es una larga historia.

—Me llego a enterar que la sacaron de tinder y se pudre todo. —largamos una carcajada y Lauti arrancó el auto.

Con Sami nos habíamos hecho una cuenta en tinder apenas llegamos a capital porque no teníamos amigos, por lo tanto no sabíamos a donde salir, y ahí conseguíamos todo tipo de jodas. Igual tengo que confesar que a las pocas que fuimos, eran muy turbias.

Condujo por la autopista con la música al palo y fuimos cantando mientras tomábamos un viajero de fernet que habíamos hecho con Sam para no caer tan sobrias. En aproximadamente media hora llegamos.

Entramos a Escobar y después de dar una banda de vueltas, por fin estuvimos en el barrio privado donde nos dejarían entrar diciendo mi nombre. Si, el mío.

El barrio era enorme y las casas estaban bastante distanciadas la una de la otra, además de que había mucho bosque y lagunas enormes por todos lados, seguramente por eso no había problema con hacer una fiesta.

Ni siquiera sabíamos de quién era la casa y quiénes estarían dentro, pero literalmente era una mansión.

—¡Hola! Soy Sami, me invitó Vicen. —dijo mi amiga cuando una mina de no más de 15 años nos abrió la puerta. Ella nos miró de arriba a abajo masticando un chicle y literalmente sin decir ni una palabra cerró la puerta en nuestras caras.

—¿Segura que es acá? —preguntó Lucas preocupado y Sami rodó los ojos mientras me miraba mordiéndose el labio.

—Llámalo a Exequiel.

—No hay chances, ni siquiera sabemos si está acá.

—¿Quien es Exequiel?

La puerta se volvió a abrir y la cara de Vicente apareció sacándonos las preocupaciones. Los chicos se miraron entre ellos y nosotras casi temblamos porque habíamos evitado decirles que iban a haber jugadores de boca. Ambos eran de river y bastante quilomberos, además de que eran tan enormes como los jugadores porque se mataban en el gym.

—Perdón chicos, es la hermanita menor del dueño, —soltó el. —es media ortiva. Pasen. —se corrió a un costado dándonos lugar y Sami fue la primera en pasar.

Sabía que ella estaba tan nerviosa como yo, e incluso más porque tenía a dos chicos de su ganado juntos. Yo por lo menos no me chamuyaba a ninguno, que ellos si a mí era distinto.

—En el patio está toda la gente. —dijo cerrando la puerta atrás de Lucas y él mismo nos guió.

Al entrar a la casa pensamos que íbamos a ser re pocas personas, ni idea, unas 30. Es decir, no se escuchaba mucho ruido y tampoco parecía haber tanto alboroto. Sin embargo, cuando llegamos al patio vimos unas mínimo 200 personas. Había realmente mucha gente y eso que todavía era temprano, pero había espacio como para 200 más así que eso no parecía ser un problema.

𝐏𝐞𝐥𝐢𝐠𝐫𝐨𝐬𝐚 𝐎𝐛𝐬𝐞𝐬𝐢𝐨𝐧 | Exequiel ZeballosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora