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BRISA

Estaba sumida en mis pensamientos mientras esperaba que la mujer que trabajaba en aquel lujoso lugar, me trajera la tarjeta. En cambio, el que volvió fue Exequiel con mi tarjeta y documento en una mano, y su billetera en la otra.

—Linda foto. —dijo sarcástico mostrándome la foto de mi documento.

—Que miras, tarado. —se lo arranque de las manos y lo guarde en mi billetera.

—¿Vamos?

—Si, dale.

Dejó unos billetes de propina y para mi sorpresa me agarró la mano para empezar a caminar. Se puso los lentes aunque estuviésemos adentro y lo primero que pensé fue que lo hacía para que no lo reconocieran. Él era demasiado simpático, cuando paraban a hablarle o pedirle una foto, respondía con gusto. Pero también entendía que fuera agotador y que tratase de evitarlo lo mayor posible.

Nos acercamos a la puerta de salida pero cuando estábamos llegando a ella Exe dio un giro inesperado guiándome hacia otra puerta.

Pasamos por un pasillo larguísimo que nos conducía hacia otra puerta con cristales tintados que no me permitían ver que había del otro lado.

—¿A donde vamos? —pregunté en vano ya que como era de esperarse, él no me respondió.

Paso una tarjeta que no se de que era por el costado de la puerta y ésta se abrió dejándome a la vista una pileta enorme climatizada. Hacia muchísimo calor ahí adentro y quería arrancarme la ropa.

—¿Que hacemos acá? —reí.

—¿Nos metemos a la pile? —me dieron ganas de apretarle los cachetes y comérmelo a besos de lo tierno que fue ese comentario. Pero me contuve, ni siquiera hice un gesto.

Mis pensamientos se iban a quedar en mi mente por siempre.

Sin esperar respuesta se sacó toda la ropa quedándose únicamente en bóxer y se tiró a la pileta de un chapuzón.

Lo miré desde afuera con los brazos cruzados y una sonrisa. No había chances de que yo me meta.

Su cuerpo, por favor.

—Veni, dale. —pidió mirándome ya con todo el pelo mojado chorreandole por la cara y un pucherito.

—No tengo bikini.

—Yo tampoco.

—No hay chances de que me meta en ropa interior.

—Daale cagona, ¿por que no?

—No soy cagona.

—Re cagona.

Que pendejo de mierda, me estaba provocando.

Deje mi cartera en un banco y me saqué el suéter porque ya no lo soportaba.

—No me voy a meter Exe.

Se acercó a las escaleras y salió de la pileta con una sonrisa traviesa en la cara.

𝐏𝐞𝐥𝐢𝐠𝐫𝐨𝐬𝐚 𝐎𝐛𝐬𝐞𝐬𝐢𝐨𝐧 | Exequiel ZeballosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora