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BRISA

—Veni, salgamos. —lo separé de mi a Lauti disimuladamente y agarrados de la mano lo lleve a las escaleras para salir de la pileta.

No podía parar de temblar y no sabía si era el frío o los nervios, pero sabía que al día siguiente iba a tener una congestión que con suerte para la semana próxima se me iba a ir.

Empezamos a caminar hacia Sami, pero Exe se adelantó y camino rápidamente hacia nosotros, con ella siguiéndolo por detrás y Lucas atento a ellos dos. Sin esperármelo, le pegó una piña a Lautaro en la cara dejándole el labio lleno de sangre. Estaba agitado y hasta podría decirse que estaba rojo del enojo.

—¿¡Que haces enfermo!? —le grité a Exe parándome en frente de Lautaro que sorprendido se había llevado la mano a la boca.

Rápidamente la gente que estaba a nuestro alrededor se giró a ver que estaba pasando.

Exequiel me empujó un poco para el costado para que no quedara en medio de los dos, logrando desestabilizarme, y cuando le estaba por pegar otra vez, Lautaro le agarró la mano impidiéndoselo, y con la otra le pegó una piña cerca del ojo, enrojeciendo la zona al toque.

Sami y Lucas se acercaron rápidamente al igual que unos amigos de Exequiel que no tenía ni idea de quiénes eran. Yo totalmente shockeada me quede inmóvil viendo como se cagaban a palos literal y no había nada que yo pudiera hacer para impedirlo.

Sentía como se me aceleraba la respiración y las manos no dejaban de temblarme, mientras con mi amiga nos mirábamos asustadas.

Entre varios los agarraron y los separaron, mis amigos con un par de personas más que no conocíamos yendo hacia Lautaro, y los demás yendo hacia Zeballos que estaba infrenable.

Él no sacaba la mirada de mi y me miraba con total odio, como si hubiera hecho algo gravísimo. Yo seguía sin entender por que había reaccionado así.

La mirada de absolutamente todos estaba puesta en Exequiel, Lautaro y en mi, ya que ambos se habían encargado de meterme en el problema con tan solo mirarme.

—La próxima te mato pelotudo, no te salvas. —soltó Exe entre dientes, haciendo fuerza con los brazos para que lo soltaran.

Lautaro rió con desprecio. —¿A quien vas a matar, pulguita?

—La re puta que te parió.

Lo arrastraron hacia adentro de la casa, y gente que no conocía se acercó a ver cómo estaba Lauti e intentar ayudarlo con su labio y nariz que no paraban de sangrar. A diferencia del Chango, Lautaro estaba mucho más tranquilo, no hizo falta que lo agarren.

Lucas le preguntaba a Sam que había sido todo eso pero ella se negaba a explicarle y Lautaro me miraba a mi aunque tuviera mil personas al rededor hablándole. Yo no sabía que hacer y después de mucho tiempo se me estaba dificultando controlar mi respiración.

—Brisa, —escuché una voz varonil que me sacó del trance. —veni. —soltó un chico de barba cuando miré hacia el interior de la casa.

No sabía si debía ir o no pero miré a mi amiga que asintió con la cabeza, y después miré a Lautaro que me miraba desafiante con el ceño fruncido, esperando a ver que hacía.

Intente pedirle disculpas con mi mirada y caminé con la cabeza agachada hasta la puerta de la casa. Me quede parada afuera ya que estaba chorreando agua.

—Pasa. —dijo el chico que no conocía.

—Voy a mojar todo.

—No pasa nada.

𝐏𝐞𝐥𝐢𝐠𝐫𝐨𝐬𝐚 𝐎𝐛𝐬𝐞𝐬𝐢𝐨𝐧 | Exequiel ZeballosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora