BRISA
—Si mami, estamos comiendo bien. —dije por enésima vez hacia la mayor preocupación de toda su vida: la alimentación. Cambie el celular de oreja porque ya se me había cansado la mano, no cortaba mas esa mujer.
—¿y que van a comer esta noche?
—Un chori en lo de Quique. —reí por mi contestación, se iba a poner loca.
—¿¡Otra vez hija!? No me digas que van a la cancha, ¡es peligroso estar en la barra brava!
—Tranqui ma, hoy vamos a estar en un sector mejor. Te tengo que dejar.
—Bueno hija, pero mañana cómanse algo saludable, ¿al mediodía que comieron?
—Milanesas con puré hecho por la mejor, ósea yo. Mañana te llamo, te quiero.
—Yo también te quiero, ¡¡pásenla lindo!! Cuida tus cosas, no vaya a ser que te roben.
—Si mami, chau. —ni siquiera espere a que conteste y finalice la llamada. —¡¡Samu, veni!! —le grité a mi amiga desde la habitación.
Al toque vino y posamos en el espejo para una foto, que apenas saqué subí a Instagram. Nos habíamos vestido bien, pero tampoco tan formal. Pantalón de cuero, botas, buzo oversize en mi caso y tapado en el suyo... Una vestimenta con la que no iríamos a una cena formal, pero mucho menos a la cancha.
De todas formas, me dolía no tener mi conjunto de boca puesto yendo a la bombonera.
Nos subimos a un Uber que nos costó un riñón, y llegamos aproximadamente una hora antes, la cual aprovechamos para comernos un choripán y tomarnos un fernet. Ahh pero después nos queríamos hacer las finas con la ropita.
Como amaba la vida de cancha.
El griterío, junto a los hinchas cantando las canciones, todos escabiando, me emocionaba, me daban ganas de gritar y saltar yo también.
Sin embargo, intentamos entrar lo antes posible ya que no era conveniente llamar mucho la atención ahí afuera.
Pasamos por las 800 personas de seguridad a las cuales teníamos que mostrarles la entrada y documento, hasta que al fin llegamos al palco.
Era hermoso y cómodo; los asientos eran acolchonados y parecían butacas de cine, había mesas y catering. Había una heladera minibar con bebidas que podíamos agarrar cuando quisiésemos y un baño para todo el palco. Ni hablar de que estabamos a literalmente dos metros de la cancha y por lo tanto, de los jugadores. Estabamos viviendo un sueño.
Yo con lo maricona que era, estaba haciendo mi mayor esfuerzo por reprimirme las lagrimas, pero posta nunca había imaginado estar en un lugar así.
Había re poca gente dentro del palco, pero igualmente nos sentamos adelante de todo porque cuanto más cerca, mejor. Teníamos a los jugadores tanto de Boca como de Banfield calentando frente a nosotras, y yo empecé a buscar desesperadamente a Zeballos.
La gente cantaba y gritaba, la 12 estaba loca y eufórica y aunque me encantaba estar en el palco, una parte de mi también quería estar saltando con esos borrachos manija.
Mi sonrisa disminuyó un poco cuando vi cerca mío a una morocha sentada con la camiseta del Chango. Ella miraba emocionada la cancha. Era realmente hermosa, y aunque estuviera sentada se notaba que era bastante más alta que yo. También como para no serlo.
¿Exequiel también la había invitado a ella? O quizá era casualidad y tenía una camiseta con su nombre porque era fan.
Por un segundo, como si sintiera que la estaba mirando, ella me miró y yo rápidamente dirigí mi mirada hacia otro lado.
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𝐏𝐞𝐥𝐢𝐠𝐫𝐨𝐬𝐚 𝐎𝐛𝐬𝐞𝐬𝐢𝐨𝐧 | Exequiel Zeballos
Fiksi PenggemarEn general mi vida era tranquila: iba a la facultad, me la pasaba estudiando y cuando no lo hacía salía con mis amigos, los fines de semana largos iba a visitar a mi familia y durante la semana me encargaba de convivir con mi mejor amiga, con todo l...