EXEQUIEL
Avance unas cuadras con la vista nublada del enojo. La mandíbula me dolía de tanto apretarla, y las manos de lo fuerte que estaba agarrando el volante. Tenía tanto malestar adentro que no sabía como descargarme.
Hice llegar el auto a 190, pero fui frenando cuando me di cuenta de que estaba perdiendo la cabeza.
Me había bancado tanto la bronca que tenía desde el puto momento que me enteré de que Brisa estaba en la casa de un chico, que había llegado a mi punto límite.
Frene el auto y le pegue una piña tan fuerte al volante que hasta me sorprendí de no haberlo roto. Cerré los ojos apoyándome en el cabezal, mientras frotaba mi cara con fuerza y largaba incontables suspiros. Y así estuve por un rato, deseando con todas mis fuerzas controlarme.
No entendía bien mi enojo, es decir, ¿estaba enojado por celos? ¿o estaba enojado por la forma en la que había desaparecido haciéndonos asustar a todos?
Es que esa era otra cuestión, ¿por qué yo también estaba tan asustado?
No podía entender en que momento le había agarrado tanto cariño, porque si quería medirlo en porcentaje podría decir que mi cariño hacia ella era de un 20 por ciento; pero la verdad era que nunca en mi vida había dejado mi vida de lado por la de otra persona. Nunca había descuidado un entrenamiento, que era lo que mas me gustaba, por ir a buscar a las 4 de la mañana a una chica para asegurarme de que estaba segura.
Entonces, no se realmente cuanto cariño le tenía, pero me molestaba que me afectara tanto.
Me dolió lo que dijo, y sinceramente no sabía hasta que punto creerle. Ella nunca me demostraba que la plata le importaba, pero tampoco me demostraba que yo le importaba. O mínimo que tenía cierto interés en mi.
Pero por más enojado que estuviera y por mucho que odiara admitirlo, ella si me importaba a mi.
Arranque el auto de vuelta pero en dirección contraria.
Si aquella situación me hubiese pasado con alguna chica que no me importara, también estaría yendo a buscarla devuelta, porque podía ser un forro pero nunca me iba a perdonar que le pasara algo a una chica por mi culpa.
Pero Brisa me provocaba algo distinto, porque cuando caí en lo que había hecho, mi corazón empezó a latir con fuerza del miedo mientras volvía demasiado rápido deseando teletransportarme.
Cuando llegue abajo del puente, donde la había dejado, conduje lento buscandola con las balizas del auto. Hice un esfuerzo por verla pero no estaba por ningún lado. Además con los vidrios mojados por la lluvia me costaba más.
Estacione el auto y agarré mi celular para ver la hora; había pasado aproximadamente 40 minutos desde que la había dejado. Uno podría pensar que cuarenta minutos no era nada pero, ¿cuantas cosas podían pasarle en tan poco tiempo?
Lleve la mano temblando a la manija del auto para bajarme, con el corazón en la boca, y un frío recorriendome la espina dorsal.
—¡Brisa! —grité al no verla por ningún lado.
No conseguía respuesta.
Me acerqué a cada rincón, detallandolo de arriba a abajo con la linterna del celular debido a la poca iluminación que había. Habían cosas tiradas por todos lados, colchones como si ahí viviesen vagabundos, restos de comida podrida, botellas de vidrio vacías y rotas.
Senti que me volvia el alma al cuerpo cuando escuche un sollozo y al girar mi cabeza hacia la dirección de aquel sonido, vi algo chiquito que brillaba.
Era su collar, era diminuto, pero brillaba resplandeciente en su cuello.
Me apresuré a llegar hacia ella sintiendo un alivio de inmediato.
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𝐏𝐞𝐥𝐢𝐠𝐫𝐨𝐬𝐚 𝐎𝐛𝐬𝐞𝐬𝐢𝐨𝐧 | Exequiel Zeballos
FanfictionEn general mi vida era tranquila: iba a la facultad, me la pasaba estudiando y cuando no lo hacía salía con mis amigos, los fines de semana largos iba a visitar a mi familia y durante la semana me encargaba de convivir con mi mejor amiga, con todo l...