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BRISA

Cuando llegue a la casa de Exe, noté que era algo completamente distinto a lo que me imaginaba. Para empezar, ni siquiera era una casa, era un departamento. Era en un barrio afuera de capital (o al menos eso parecía porque era re tranquilo), pero mi nivel de ebriedad no me permitía saber donde era.

El departamento era más grande que el mío y reeee moderno, te sentías en un hotel 5 estrellas. Había fotos de Exe con su familia por donde mirases, y en un rincón vi una caja grande con chocolates, cartas, regalitos y boludeces así.

—¿Eso te lo regalaron tus fans? —pregunté y el solo asintió con la cabeza.

Un perrito vino corriendo a saludarme y yo me tiré al piso porque amaba los perros, y ni en pedo lo ignoraba. Mientras tanto veía como Exe acomodaba un par de cosas que estaban por ahí tiradas.

—Toma nena. —me extendió un vaso con agua y aunque no tenía sed lo acepté porque posta me había volado un toque con el escabio y quería estar sobria. A todo esto me sentía la peor amiga porque en ningún momento le mandé un mensaje a Sami para preguntarle cómo estaba.

—Me re gusta tu departamento.

—A mi me re gustas vos.

—A mi también.

Él soltó una carcajada e hizo montoncito y al toque me lleve el vaso de agua devuelta a los labios deseando que el alcohol se fuera de mi sistema de una vez así dejaba de hablar al pedo.

—¿Que dijiste?

—Yo también me re gusto.

—Si dale, hacete la boluda.

—¿Me lo puedo llevar a mi casa? —cambie de tema señalando al perro.

—Llévate lo que quieras menos a mi perro.

Vi como empezaba a caminar hacia lo que suponía que era su habitación así que me paré y lo seguí. En el camino me iba sacando los borcegos dejando sin querer un rastro de talco en el piso, y cuando llegamos me tiré a la cama enorme como una nena de 10 años mientras él morocho se reía de mi virgada y seguía ordenando cosas.

Y como el alcohol me incentivaba a hacer cosas que sobria no haría, me acerqué a él cuando lo vi sin nada en las manos, y puse mis manos en su pecho para deslizarlas de arriba a abajo acariciandolo, suavemente. Nos mirabamos a los ojos, Exe se quedó quieto pero sin expresión alguna. Me pare de puntitas y llevando mis manos a su nuca le di un pico, que el no correspondió.

—Estas en pedo, Bri. —susurró con la voz ronca.

Y eso fue lo que me hizo dar cuenta de que el quizás también estaba un poco caliente, pero no quería aprovecharse de mi estado.

Otra vez me pare de puntitas pero esta vez para besar su cuello. Al principio fueron besitos tranqui, después empecé a pasar la lengua sintiendo como se tensaba y generando que lleve sus manos a mi cintura. Yo seguia pasando mi lengua y dando besos en su cuello y el acariciaba mi cintura cada vez pegándome más a él. Su respiración era pesada y cada tanto largaba suspiros, dandome pie para intensificar el momento.

Agarre el borde de su remera y la tiré para arriba, con ayuda de él ya que era mas alto y sola no hubiese podido.

Empecé a bajar mis besos por su pecho, mientras lo acariciaba con mis manos y lo miraba a los ojos. Fui bajando hasta llegar a su panza, decidiendo pasar otra vez mi lengua.

En el contacto de mi lengua con su piel hirviendo, cerca del elástico del boxer que sobresalía un poco del jean, el tiró la cabeza para atrás suspirando.

𝐏𝐞𝐥𝐢𝐠𝐫𝐨𝐬𝐚 𝐎𝐛𝐬𝐞𝐬𝐢𝐨𝐧 | Exequiel ZeballosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora