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BRISA

Me pasé un par de veces más la planchita por el pelo, dejándolo perfectamente lacio. Aunque mi mamá siempre me dijera que los rulos me quedaban mejor, para mi el pelo bien lacio me empoderaba mucho más. Me miré en el espejo de cuerpo entero y estaba segura de que nunca en mi vida me había vestido así de trola, pero la que no es puta no disfruta, y yo estaba demasiado enojada como para encima no disfrutar esa noche.

Escuché el timbre y fui corriendo al portero.

—¿Hola?

—Bripsii, soy yo.

—Bajoo.

No sabía que tan buena idea iba a ser salir con Marti y su mejor amiga. Pero tampoco iba a salir sola con Lauti y Lucas, y si la quedaba no iba a dormir en toda la noche y probablemente me iba a quedar pensando demás y terminar arrancándome todos los pelos.

—¡Hola! —saludaron felices ambas apenas abrí la puerta.

La amiga de Marti era literalmente igual a ella pero en morocha, parecía igual de hueca, pero tierna y copada al fin y al cabo.

—Pasen. —sonreí.

Nos subimos al ascensor y apenas entraron a mi departamento empezaron a sacar maquillaje, accesorios y no sé cuántas cosas más, desparramando todo por la mesa. Casi pego un grito del estrés que me generaba ver todo ese desorden, pero me quedé callada suponiendo que después ellas lo iban a ordenar.

—Trajimos malibu, espero que te guste Bri. —Marti sacó de su mochila de cuero una botella y la dejó en la mesa. —ah, y te voy a dejar mi mochi, mañana la paso a buscar.

Asentí tentada porque no sabía de donde sacaba tanta confianza conmigo.

Yo ya estaba lista, pero dejé que ellas se terminasen de preparar en mi cuarto y en el baño, mientras yo armaba tragos y ponía música.

—¿Y a donde vamos? —pregunté una vez las tres sentadas en la mesa. Acordándome de lo buena anfitriona que era Sami e intentando imitarla, saqué un salamin, queso y galletitas para picar algo mientras tomábamos.

—A un boliche de costanera, nos invitaron unos amigos.

Boliches de costanera: chetos. Nada de villeros como me gustan a mi, vamos bien.

—¿Y no les jode que yo vaya?

—¡No, para nada! —contestó la morocha.

—De hecho les mostré fotos tuyas y me dijeron que sos hermosa, ¡si supieran que sos cero fotogénica y en persona sos mucho más linda!

Sonreí incómodamente sin saber si me tenía que sentir ofendida o halagada, pero al toque me olvide. Hablamos de cosas de nuestras vidas, como una conversación de amigas que se estaban conociendo mejor, y a medida que iba pasando el tiempo, trago va trago viene, la conversación se volvía cada vez más absurda y las carcajadas cada vez más intensas.

—¿Hacemos shots? —propuso Ludmi, la amiga de Marti, trayendo de su cartera petacas de licor.

Y si así empezamos la noche, no se imaginan como la terminé.

——

—¡Vos te re pareces a Agustín Rossi! —grité emocionada mientras me llevaba un vaso de vaya uno a saber que a los labios, sintiendo como entraba en mi boca el líquido congelado.

Definitivamente tenía que dejar de tomar un poco porque no podía ser que sean las 3 de la mañana y yo ya estuviera tan en pedo.

En mi defensa estábamos ahí desde la 1 porque los chicos habían sacado mesa y teníamos que ir temprano. Además de que en mi casa, las chicas y yo nos habíamos encargado muy bien de hacer una buena previa.

𝐏𝐞𝐥𝐢𝐠𝐫𝐨𝐬𝐚 𝐎𝐛𝐬𝐞𝐬𝐢𝐨𝐧 | Exequiel ZeballosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora