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BRISA

—Bri, para. —corrió Exe hasta quedar adelante mío impidiéndome el paso cuando estábamos bastante lejos de Sam y "Cami".

—¿Que? —intenté esquivarlo pero su cuerpo ponía resistencia sobre el mío para que yo no pudiera avanzar.

—¿Que te pasa?

—Nada, quiero ir al baño.

—El baño no está para allá, —señaló hacia el sector de los vestuarios. —está allá atrás.

Rodé los ojos y empecé a caminar hacia donde me había indicado, pero nuevamente él me lo impidió y yo ya estaba empezando a perder la paciencia. Ni siquiera sabía por que estaba tan de mal humor después de la noche increíble que había pasado.

A lo lejos vi como Sami se acercaba a Marcos Rojo y a otro jugadores para empezar a pedirles fotos y saludos, quienes se lo concedían sin ningún tipo de problema.

—¿Por que no me dejas en paz?

—Porque primero quiero saber que te pasa. —soltó un suspiro pesado y noté como él también estaba perdiendo la paciencia. —Desde el segundo que te conocí siempre fui re bueno con vos, te di todo lo que pude y que sentí que te iba a hacer aunque sea un poco feliz, sigo intentando caerte bien, que nos llevemos bien, y vos seguís con cara de orto como si no me soportaras. No entiendo que es lo que te pasa ahora, Brisa, lo único que quise fue ser amable con vos. ¿Todo por un vasito de escabio?

Agaché mi cabeza mirando mis manos y entendiendo que él tenía toda la razón del mundo, aunque no lo aceptaría nunca en voz alta. Estaba actuando como si fuera una nena de 6 años caprichosa, cuando mil veces había jurado destruir ese lado de mi personalidad.

De hecho hasta que Exequiel no paro a decirme todo eso, no me había dado cuenta de lo ridícula e infantil que estaba quedando.

—Gracias por todo. —susurré casi inaudible, jugando con mis anillos nerviosa.

—¿Te cayó mal Cami? ¿es eso?

Negué con la cabeza porque en verdad apenas había cruzado palabra con ella y siempre se había mostrado amable.

—No.

—Pero no sos muy sociable y no te copa tener que hablar con ella. —soltó mirándome para que confirmara si su sospecha era cierta o si tampoco era eso.

—No, no es eso. Pasa que me rompe la bolas los pibes como vos, que quieren chamuyarse a minas a más no poder.

—¿Que?

—Si, no se. Conmigo tu intención fue siempre chamuyarme, ¿o no?

El rió. —bueno, tampoco lo digas tan así.

—¿Si o no?

—Que se yo. No tenía ninguna intención, me pareciste linda y llamaste mi atención, ¿por qué le das tantas vueltas?. Me gusto hablar con vos la otra noche. Se que lo del jagger estuvo mal, lo admito y me arrepiento. —empezó a rascar su nuca como si estuviera incómodo teniendo esa conversación. —Sami dijo que eran de boca y quise tener un buen gesto con ambas, que disfruten un partido desde el palco, nada más...

—Está bien.

—Nunca invito a nadie, y tampoco soy de esos que se quieren chamuyar a todas, no se de donde sacaste eso. Literal, al palco no invito a nadie más que a mi familia o a mis amigos de toda la vida.

—Entonces con Cami deben ser muy buenos amigos, o me estas queriendo re versear para que no te mande a la mierda.

Él me miró varios segundos a los ojos como si no pudiera creer lo que estaba diciendo, y al toque empezó a cargarse mal de risa provocando que varias de las personas que estaban ahí nos mirasen.

𝐏𝐞𝐥𝐢𝐠𝐫𝐨𝐬𝐚 𝐎𝐛𝐬𝐞𝐬𝐢𝐨𝐧 | Exequiel ZeballosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora