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A lo largo de toda su vida, Clarissa Weasley nunca había visto el valor de estresarse, prefiriendo seguir la corriente de la vida. Claro que a lo largo de los años se había visto envuelta en algunas situaciones difíciles, normalmente en forma de bromas que Fred y George le habían hecho gastar, pero siempre se las arreglaba para seguir con la misma sonrisa ligera y despreocupada en su rostro pecoso.
Para Cedric, sin embargo, a medida que el reloj empezaba a correr hacia la Tercera Tarea, y las semanas que faltaban se habían convertido en días, que poco después se convirtieron en horas al llegar por fin la víspera de la tarea, el estrés del chico seguía aumentando, ya que empezó a dormir aún menos y a estudiar más para la competición. Era la prueba final de la Copa de los Tres Magos, la que coronaría finalmente al ganador, y no iba a permitirse ningún desliz por su parte. Sus días los pasaba en clase, en la biblioteca o cerca del Lago Negro, estudiando todas las áreas de la magia posibles y practicando incluso los hechizos más sencillos que se dominaban en primer año, intentando estar lo más preparado posible para lo que le esperaba.
—Estoy preocupada por él, —dijo Clary a Newt y Vasantha mientras se acurrucaban en la mesa de Gryffindor en el Gran Salón, Clary removiendo distraídamente su cuchara en el caldo de la sopa de pollo que había elegido para el almuerzo de esa tarde—. Hace días que no se da ningún tipo de descanso. ¿Ya duerme?
—No que yo sepa, —le informó Newt, dando un mordisco a su sándwich de jamón—. Para cuando me duermo, sigue hojeando libros de hechizos, y los libros vuelven a estar fuera cuando me despierto. Mañana está a punto de morir en sus pies, y el pobre tipo puede que ni siquiera sea capaz de competir si se queda dormido contra los setos del laberinto.
—Al menos es la tarea final, —les aseguró Vasantha—. Y una vez terminada, Cedric podrá descansar bien y celebrar que por fin ha terminado.
—¿Puedes creer que ya haya pasado un año? —preguntó Clary—. Parece que fue ayer cuando Dumbledore anunció la celebración del torneo.
—Y una vez que se acabe el año, entonces sólo nos queda uno, —añadió Newt—, hasta que nos despidamos de este lugar.
—¿Qué crees que harás una vez que te vayas? —les preguntó Vasantha, y Clary se quedó pensando un momento.
—Todavía no estoy segura, —dijo Clary con sinceridad—. Me gustaría jugar al Quidditch quizás, si lo consigo, claro. Seguro que hay un equipo en alguna parte que me acepte. Fred y George también quieren montar su tienda de bromas, y me gustaría formar parte de ella. ¿Quién sabe? Tal vez pueda hacer ambas cosas.
—Bueno, me llamo Newt Scamander, así que hay pocos campos en los que pueda entrar, —bromeó Newt—. Hablé con Charlie cuando estuvo aquí para la Primera Tarea, allá por noviembre. Me dijo que si quería, había una plaza en el Santuario de los Dragones con mi nombre.
