2. Tutora de francés

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Edmund

Los días transcurrían con normalidad. Trataba de llegar temprano a clases (sí lo hacía, pero a veces me desvelaba), me iba bien en todo excepto álgebra y francés, pasaba tiempo con mis amigos, me distraía en las clases que no me gustaban y hacía mi mejor esfuerzo.

Casi no veía a (T/N) pues híbamos en grados diferentes, pero casi siempre la veía por los pasillos o en receso;siempre estaba con sus amigas, hablando y riendo con su tierna sonrisa dibujada en su rostro. Al verme, sonreía y sacudía su mano, yo le regresaba el saludo. De alguna manera e inexplicablemente ese breve saludo me ponía feliz.

Por las tardes, Peter me ayudaba con álgebra. Era muy paciente, aunque de vez en cuando ambos perdíamos la cabeza.

–¿Cómo te va con el francés? –me preguntó un día.

–Soy un caso perdido, según el profesor.

–Si quieres puedo pedirle a (T/N) que te ayude. A ella le va bien.

La sugerencia de mi hermano me causó algo de temor. No quería que ella me viera como un aprovechado, pues no sé cuál sea el concepto que tenga de mí, pero es ella o o buscar un tutor.

***

(T/N)

–¿Y qué tal ese chico... cómo dices que se llama? –me preguntó mi amiga Nicole mientras arregabamos nuestro cabello frente al espejo del baño.

–¿Edmund? ¿Qué con él?

–¿No te interesa?

–No. No en ese sentido.

–¿A qué te refieres?

–Admito que es lindo, pero no me gusta.

–Pues yo creo que tú a él sí. Hay un leve rubor en sus mejillas cuando te saluda.

–¿Eso qué? Siempre ha tenido las mejillas ligeramente ruborizadas.

–Pero se le nota más cuando te ve.

–¿Por qué estamos hablando del rubor de sus mejillas?

Nicole ríe y salimos del baño.

–Es de los más guapos de su grado, incluido el nuestro. ¿En serio no te gusta? –rodé los ojos ante su insistencia.

–Ya te lo dije, no de esa forma. Además, creo que le caigo mal.

–¿Por qué?

–Era medio pesado el año anterior. Se ve diferente, pero no he hablado mucho con él.

No estaba prestando mucha atención a mi alrededor y casi chocó contra Edmund quien se veía ligeramente nervioso.

–Quería pedirte si podrías ayudarme a estudiar francés... por favor.

Habló algo rápido, pero comprendí lo que dijo. Mi corazón dio un brinco pues no esperaba que Edmund viniera a pedirme ayuda, simplemente no parece el tipo de chico que pide ayuda.

–Claro. ¿Cuándo quieres que iniciemos?

–Cuando tú digas.

Por reflejo, voltée a ver a mi amiga quien solo se encojió de hombros mientras sonreía. Edmund y yo podríamos estudiar durante los receso, pero hay mucho ruido y no nos permiten estar en los salones durante ese tiempo, o podríamos reunirnos en la habitación de alguno de los dos aunque eso incite a hablar a las malas lenguas... a quién le importa.

–¿Te parece el miércoles después de clases? –le pregunté.

–Sí, claro. ¿Te veo fuera del salón de inglés, el del segundo piso?

–De acuerdo. Ahí nos vemos.

Asintió con la cabeza, aunque pareció más bien una reverencia, y se fue. Nicole empezó a molestarme diciendo que tendría clases particulares con él, pero yo no lo vi de esa manera, al menos no como lo ve ella. Le voy a dar clases a un bullie.

My angel (Edmund Pevensie x Reader) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora