3. Primeras lecciones

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(T/N)

Legó el miércoles y me sentí un poco nerviosa. Junté unas cuantas galletas de la cafetería y las coloqué en una servilleta, saqué mi libro de francés y otros en el mismo idioma y arreglé mi habitación. Después de la última clase, Nicole se fue a la biblioteca y yo fui a buscar a Edmund al salón de aritmética.

Caminé entre los chicos mayores y me sentí rara cuando vi a Edmund con sus amigos. Él se despidió de ellos y se acercó a mí. Caminamos a mí habitación en un silencio incómodo. Entramos y nos sentamos frente a mí escritorio. Le ofrecí las galletas, pero no tomó ninguna.

Al ser mayor que yo, Edmund tenía ciertos conocimientos del idioma, pero le fallaba la ortografía y la pronunciación. Hacía su esfuerzo por entender, me hacía preguntas y trataba de no desesperarse. Fue ahí cuando me di cuenta de cuánto había cambiado;hace un año ni siquiera me hubiera pedido ayuda.

Edmund

Cuando cometía algún error, (T/N) soltaba una risilla y me corregía, tal vez reía para evitar gritarme. Si bien no era mi intención hacerla enojar, yo de por sí soy torpe.

Se supone que debo saber más que ella, pero, como ya dije, soy torpe, además ella tiene ventaja porque su madre le enseñó francés antes de venir al internado y se ve que a ella le gusta.

Después de una hora que para mí fue eterna, la seción acabó. Le agradecí por su ayuda y paciencia.

–¿Quieres una galleta? –me preguntó.

No había tomado ninguna a causa del nerviosismo y para obligarme a estar concentrado, pero vi que ella las había juntado de la cafetería para hoy, así que le agradecí.

–Ah, y ten ésto.

Sacó una hoja de papel doblada y me la dio. Se trataba de la letra de una canción: Amour plastique. Conocía la canción porque la pasaban seguido en la estación de radio favorita de Susan.

–A mí me ayudó la canción para aprender francés. Quizá te ayude también.

Le agradecí de nuevo y salí de su habitación. Sentí algo extraño en mi pecho, pero no era malo. Su generosidad y paciencia me hicieron sentir bien. Además de lista era buena. Sonreí inconscientemente y me comí la galleta mientras iba a mí habitación.

***

Conforme pasaban los días mi francés mejoraba. (T/N) era buena enseñando, hasta podría decir que mejor que el profesor.

Las tardes de los miércoles dejaron de ser incómodas. Al final de una de nuestras seciones le pregunté cuáles eran sus canciones favoritas (no sabía qué preguntar) y de repente empezamos a hablar de música, los gustos musicales de nuestros amigos–de mis hermanos también–y, más tarde me prestó uno de sus libros favoritos.

Fue asombroso llegar a conocerla mejor. La idea que tenía de ella estaba equivocada, quizá porque era más joven... sonó como si fuera viejo...

Ojalá el mal concepto que tenía de mí (que en parte es por mi culpa) también esté erróneo.

***

Cuando (T/N) se acercó al salón de aritmética para encontrarse conmigo, la saludé diciendo...

–Bonjour, mon amie.
(Buen día, mi amiga)

–Votre prononciation s'est améliorée.  Je suis heureux pour ça.
(Tu pronunciación mejoró. Estoy feliz por eso)

En ese momento supe que quería hacer que su sonrisa permaneciera en su rostro.

My angel (Edmund Pevensie x Reader) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora