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El beso no dura mucho, pues unos pasos resuenan por el pasillo, alarmado a los dos jóvenes.

— Mierda, entremos de una vez.

Izuku limpia sus labios con su pulgar y repite la acción con el rubio, y antes de que el profesor los vea entran a su curso.

Algunas miradas se posaron en los dos cuando entraron, pero pronto esas miradas se desviaron a lo que en un inicio hacían.

— Horimiya, lamento esto, pero voy a hacer el trabajo con Katsuki.

La rubia frunció el ceño al oír eso. Su vista paso del peliverde a el rubio cenizo, el cual solo veía las heridas que tenía en la palma de su mano.

— ¿Por qué? Creí que Bakugou no te caía bien, si te amenazó puedes decirme y yo-

— Horimiya, por favor — cierra los ojos cansado — solo quiero terminar esto. ¿Si?

La joven hace una mueca angustiada y acepta a regañadientes, recoge sus cosas y se va de ahí.

— Por fin... Ahora hagamos rápido el trabajo, ya perdí mucho tiempo.

Katsuki asiente en silencio y se sienta seguido de Izuku. El peliverde agradece que el rubio sea alguien rápido e inteligente, y no alguien que se distrae fácilmente.

— Eso sería todo por hoy — Acomoda las hojas que trae en mano — Salgan en orden y vayan a salvo a sus casas.

Los alumnos se despiden y salen tal y como se les indico. Izuku todavía sigue acomodando su bolso y Katsuki lo espera en silencio.

En un silencio que Izuku agradece.

— ¿¡Te besó!? — El grito del azabache resonó por toda la tienda, provocando que Katsuki se hunda en su asiento y quiera lanzarle una explosión

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— ¿¡Te besó!? — El grito del azabache resonó por toda la tienda, provocando que Katsuki se hunda en su asiento y quiera lanzarle una explosión.

— Cierra la puta boca, llamas la atención.

— Oh, si, lo lamento — Se disculpó, sonriendo en grande — Pero no entiendo, creí que te odiaba, pero al parecer no te odia del todo- Mmmmmmmm...

Katsuki volvió a rodar los ojos.

— Mejor acaba tu hamburguesa y vamos a comprar el dichoso regalo de cumpleaños para tu amigo.

El azabache se atora con su hamburguesa al oír eso, ve la hora en su celular y se apura a terminar de comer.

Después de eso salieron a paso acelerado para llegar a la tienda antes de que está cierre.

— Eso fue intenso, creí que no llegaríamos... Me habría puesto a llorar...

— Lo se, idiota.

Katsuki no pudo evitar reír al imaginar a su amigo llorando como un perrito abandonado, pidiendo o rezando que habrán la tienda.

—  Gracias por acompañarme, Bakugou.

El azabache lo abrazo por la espalda, sabiendo a la perfección que al rubio poco o nada le agrada el contacto físico.

I KᑎOᗯDonde viven las historias. Descúbrelo ahora