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Cuando Eijiro ve a su amigo perderse a ciertas horas y volver un largo tiempo después, la curiosidad de saber a dónde va y que hace incrementan en demasía.

No quiere ser un metiche, eso no es muy varonil, pero solo quiere saber un poco más, saber que todo está bien y no hay una mala razón por la cual el rubio desaparece.

A esto se le suma Uraraka, la cual también notó las escapadas que se da cada vez que puede y nadie lo ve.

Por eso, un día cualquiera, ambos chicos deciden seguir a su amigo. Son conscientes de que hacer eso no es bueno, están, prácticamente, jugando con la poca confianza que les dio Katsuki.

Pero no pueden evitarlo.

Así que se la mejor manera posible inician una pequeña misión, en donde su único objetivo es seguir al rubio y saber a dónde va.

Al principio Katsuki se pasea por los pasillos, como si buscará algo o alguien, viendo a los alrededores con cautela.

Luego, con más rapidez que antes, va hasta la zona donde están ubicados algunos cursos, incluido el departamento de apoyo.

Para ambos jóvenes es una clara sorpresa ver al rubio entrar a ese salón, dando una última mirada a los alrededores.

Eijiro y Uraraka se miran entre ellos, dudando en si acercarse más y así ver de alguna manera que hace el rubio ahí.

Como pueden se acercan y tratan de ver por alguna apertura, tratando de enfocar al rubio cenizo, el cual está hablando con el chico que fue a hacerles preguntas la vez pasada.

— Hoy no se puede, Kacchan.

— ¿Por?

— Tengo cosas que hacer, también tengo que presentar un informe y agh, son demasiadas cosas. Lo lamento.

Katsuki desvía la mirada abrumado, se supone que aprovecharían el día para pasarla juntos, pero ahora resulta que el pecoso tenía demasiadas cosas por hacer.

— Claro, como digas...

Izuku asintió en silencio, concentrando en los guantes que estaba terminando de perfeccionar.

Verlo tan concentrado, con los lentes que suele usar para no dañar más su vista, una mueca de fastidio y su mandíbula marcada, fue un golpe crítico para las hormonas alborotadas de Katsuki.

Sonrió malicioso y se acercó, abrazándolo por detrás con cuidado. Sus manos descendieron por su pecho, bajando hasta su abdomen y de ahí volviendo a subir.

— Te ves abrumado... Yo puedo arreglar eso... — susurro, besando su cuello descubierto para después hacer girar la silla.

Izuku bufo y dejó de lado los guantes, sonriendo mientras acariciaba la mejilla de Katsuki, el cual en un rápido movimiento ya estaba de rodillas, entremedio de las piernas del pecoso.

Sus manos se movieron ágiles, desabrochando el jean que traía puesto Izuku, dejando a la vista su bóxer.

Uraraka y Eijiro, siendo conscientes de a donde iba la cosa, retrocedieron de golpe y se vieron entre ellos, completamente avergonzados.

Decidieron guardar silencio y huir de ahí, si bien la situación fue vergonzosa, pues nunca creyeron ver ese lado de su amigo, sabían que fue su culpa por seguirlo y no tenían porqué opinar nada.

Se fueron en un silencio incómodo y depaso decidieron comprar algo de tomar, así se refrescaban un poco y trataban de olvidar lo que vieron.

Se fueron en un silencio incómodo y depaso decidieron comprar algo de tomar, así se refrescaban un poco y trataban de olvidar lo que vieron

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Katsuki gime agotado, con su mandíbula doliendo y sus ojos cristalizados. Sus mejillas dolían y ardían, con la falta de aire haciéndose presente.

Aquel erguido y goteante miembro parecía no tener suficiente con su boca, llenándola por completo, provocando que hilillos de saliva salieran por las comisuras de su boca.

Izuku lo tenía agarrado de su cabello, empujando con fuerza mientras lo veía con una sonrisa y mirada hambrienta.

Su boca dolía, claro que lo hacía, pero el placer era más fuerte, recorriendo cada parte de su cuerpo y golpeando con fuerza su entrepierna cada vez que Izuku arremetía con fuerza.

Su pene palpitaba y dolía, atrapado entre su uniforme, incapaz de hacer algo para solucionarlo porque Izuku se lo prohibió.

Lo único que podía hacer era quedarse de rodillas y recibir gustoso el caliente y húmedo miembro del pecoso, con ese líquido medio amargo que a momentos se deslizaba por su garganta.

— Mírate... Tan sumiso y gustoso de atragantarte con mi pene. ¿Sabe bien?

Katsuki asintió, con sus manos apretando fuerte las piernas de Izuku al sentir como cada estocada parecía ir más profunda.

Era un deleite para sus ojos ver de esa manera al rubio, de rodillas mientras recibía en su pequeña boquita su erguido miembro.

Cada estocada era un golpe de placer para ambos, con Izuku jadeando de placer al sentir la húmeda y caliente cavidad envolverlo. Por inercia llevo para atrás su cabeza, con su mano libre llevando para atrás los rizos que se pegaban en su frente por el sudor, soltando un gemido sonoro al sentir ese característico cosquilleo en su bajo vientre.

— Ahh... Oh mierda... Cariño, ya casi... — unas últimas estocadas bastaron para que termine por soltar su esencia en la boca del rubio, mordiendo su labio con fuerza por la ola de placer que inundó su ser.

Katsuki ante eso bajo sus manos a su entrepierna, presionando con fuerza mientras tragaba hasta la última gota de semen. Su ropa interior se sentía húmeda, incapaz de poder quejarse ante eso, pues su mente se encontraba nublada por el golpe de placer.

Izuku retiro con cuidado su miembro, acomodándose lo mejor posible para después alzar al rubio y sentarlo encima suyo.

El rubio se veía cansado, adolorido, con su cuerpo aún sufriendo leves espasmos. Acarició con cuidado su espalda y cabeza, esperando que esté vuelva a sus cinco sentidos, cosa poco probable.

— Lo hiciste bien, cariño, gracias... — susurró, besando su cuello.

Katsuki se removió cansado, asintiendo vagamente ante las palabras del pecoso. Quería dormir un poco, su boca dolía, y sus piernas aún estaban temblorosas.

Izuku no dijo nada más, solo se dedicó a consolar y mimar al rubio, esperando pacientemente a que este vuelva en si y el dolor pase.

Aunque las ganas de volver a hacerlo seguían presentes, sus hormonas parecían no tener llenadera. Quería más, necesitaba más, pero Katsuki aún no estaba preparado, y el podía esperar.

 Quería más, necesitaba más, pero Katsuki aún no estaba preparado, y el podía esperar

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Ahora sí a mimir como un bebé, muah.

Me da paja revisar los errores que deje por ahí, pero, aish, toy cansada😩.

I KᑎOᗯDonde viven las historias. Descúbrelo ahora