Prólogo

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Primer encuentro

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Primer encuentro.

-¿Aquellas alucinaciones han seguido?-preguntó una mujer pelinegra de lentes. Sus ojos azules tan profundos parecían querer perforar el alma de una rubia quién yacía sentada con una mueca de molestia ya cansada de esas terapias.

-No.-simplemente mintió la niña sin quitar la vista de la psicóloga, esta última comenzó a anotar en su cuaderno y volvió a mirar a la niña.

-Hinatsuru, ¿Realmente me dices la verdad?

La nombrada chasqueó la lengua y siguió mirando a la mujer.

-Claro que sí. Si piensas que sigo con mi locura, pues déjame decirte que ya no. Ve y dile a mi madre. Estoy cansada de esto.

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La puerta fue cerrada por la rubia en un fuerte azote y la atención de las demás personas que esperaban ser atendidas se dirigieron a la fémina con cara de pocos amigos.
Ignorando los pares de ojos en ella, ajustó su mochila y siguió su rumbo sin inmutarse. Hacía ya mucho tiempo que asistía al psicólogo debido a las constantes "visiones" que tenía. Desde pequeña había tenido encuentros cercanos con aquellos espíritus y debido al susto de su madre, había tenido que soportar incontables visitas con psicólogos y psiquiatras para que finalmente sea diagnosticada de estrés. Sí, estrés.

Uh...

Pues no se podía negar que nuestra protagonista vivía estresada. Ser estudiante en el país del sol naciente no era muy grato. Los constantes horarios de estudio la estaban matando debido a que no estaba muy acostumbrada, pues la constante presión de tener buenas notas para un futuro "mejor" si es que así podría llamarsele al futuro de ser explotados en sus trabajos.
Además, vivía peleándose con su madre a medida que el tiempo iba pasando, pues su madre psicóloga no quería aceptar que Hinatsuru podía ver cosas que otros no. Rotundamente se negaba aceptar aquello, motivo por el cual desde que tiene memoria ha tenido que hacer terapias psicológicas.
A partir de los 7 años, Hinatsuru pudo ver con claridad las almas de las personas ya fallecidas y ahí es cuando las cosas empezaron a salir mal entre ella y su madre.

Totsuka | Toshiro HitsugayaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora