Hinatsuru es una joven de 16 años quien desde pequeña puede ver espíritus. Después de que su padre la haya abandonado a ella y a su madre hace 15 años, Hinatsuru siente un profundo odio hacia su progenitor a pesar de no conocerlo y cierto rencor a s...
Nota: no me gusta narrar mucho las escenas de pelea pese a ser importantes, así que trataré de hacer esta pelea lo más resumida posible, ya que algunas veces, cuando hay mucho texto aburre (a mi por ejemplo)
Sin más preámbulos, disfruten el capítulo.
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No esperaba encontrarla de esa manera, después de todo, era lo último que esperaba a pesar de que estaba en el mundo humano por dos cosas.
Número 1:Debían investigar acerca de los arrancar y tal vez, con eso conseguirían pistas de Sosuke Aizen y número 2:el extraño suceso del desborde de reishi de la joven Kei, además tenian el objetivo de llevarla a la Sociedad de Almas.
¡Pero lo primero que hizo fue cruzarse con ella!
La joven rubia había crecido, ¡Y ahora era más alta que él! Aunque antes lo seguía siendo, pero tan sólo los diferenciaba unos pocos centímetros, sin embargo, ahora Hinatsuru era una joven completamente distinta a la niña con la que se había cruzado años atrás.
Ahora Toshiro yacía sentado en uno de los tejados de una casa, contemplando el firmamento lleno de estrellas mientras el viento veraniego le acariciaba el rostro. Debía estar concentrado en su principal objetivo, pero no, sus pensamientos giraban en torno a esa rubia de grises ojos, aquella joven que ya no era una niña y no podía recordarlo gracias a él.
Un suspiro cargado de exasperación escapó de sus belfos a la vez que sacudía su cabello, completamente frustrado ante la distracción que Hinatsuru le estaba causado.
-maldición! ¿Qué se supone que estoy pensando?-se preguntó así mismo en aquella noche silenciosa donde sólo la luna era testigo de su frustración.-Diablos Toshiro, reacciona.
No sabía por qué, pero había algo en ella que le llamaba la atención y le pedia a gritos volver a cruzar caminos, aunque de eso último estaba seguro; a pesar de que se encargó de cortar lazos, los hilos del destino volvían a tejer nuevos caminos donde se volverían a unir nuevamente.
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