El fin de año pasado, fui a apoyar a mis compañeras en cajas, esto molesto mucho a mi ex jefa, y me mandó llamar, desde luego yo no quería ir, pero era mi jefe y debía ir. Antes de entrar al departamento, le dije al Señor "Padre acompáñame, no me dejes sola" y en cuanto entré, la fiera saltó, me comenzó a gritar como si yo fuera su hijo, me reclamó por haber ido a apoyar a mis compañeras, y me echó en cara que yo la había dejado sola, cuando ella me fue a apoyar pudiendo estar con su familia, que porque se le hizo feo dejarme cerrar sola.
Siendo la otra yo, le habría respondido feo, y al mismo tono, le habría dejado votado todo y habría renunciado, pero no sentí sus palabras, no me lastimaron, no le respondí mal, sino como dice la palabra de Dios, le respondí de manera blanda y calmada.
La blanda respuesta quita la ira; Mas la palabra áspera hace subir el furor. (Proverbios 15:1)
Supe que esa no era yo, sino Dios, si hubiese estado sola, otra cosa habría sido.
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En Tres
Non-FictionEsta historia es una pequeña narración de lo vivido en una tienda de autoservicio con enseñanzas bíblicas.