Aquella noche como cualquier otra, Benigno creyó poder atiborrarse de la comida de los grandes, como él solía decir -incluyendo a Hugo- pero su boca tenía un sabor amargo, y en su frente se marcaban dos enormes líneas que delataban su expresión de disgusto.
-Ya nos conocemos...- ofreció Julia tímidamente. Intentando ser amable con aquel hombre al que apenas había visto una vez. Se preguntó si siempre estuvo junto a ella en la iglesia y nunca lo había notado, prefirió creer que no.
-Eso creo... - contestó él con una mirada astuta.
-¿Por qué me ha hablado en la iglesia?- continuó ella, afrontándolo.
-La he visto y me preguntaba si se trataba de un ángel.
La muchacha sonrió abiertamente.
-No diga tonterías.
-No lo hago, es la pura verdad- continuó él.
Bebió un trago de vino mientras alzaba la mirada hacia la joven.
-¿Cómo conoció a Hugo?- quiso saber, pero Julia evadió la pregunta y volteó la cabeza a un lado.
-Hugo es un buen hombre, me ha ayudado a seguir adelante ¿sabe?
-Lo comprendo, es propio de él.
Se habían sentado alrededor de la mesa, los invitados estaban todos fuera de la casa, también Hugo. Tan solo ellos permanecieron adentro.
-¿Qué me dice de usted?- quiso saber Julia. - No lo he visto mucho por aquí.
-Vivo con mi madre, casi a las afueras del pueblo.
Le miró el vestido de color blanco con flores lilas bordadas sobre la cintura, se ajustaba sobre su pequeño busto y caía en una larga pollera que le llegaba por encima de los tobillos. Del vestido, pasó a las clavículas pronunciadas de la joven, a su cuello y al fino cabello que caía sobre él.
-¿Y usted, es de por aquí?- sonrió. Pero no obtuvo respuesta.
-Creo que debo marcharme señor - dijo dejando en evidencia su disgusto. -Discúlpeme.
Subió las escaleras y no volvió a bajar.
Benigno permaneció solo en aquel salón por varios minutos, tratando de descifrar que había dicho o hecho mal. Y al rato reapareció Hugo por la puerta principal.
-¿Y? ¿Qué dices?- bebió un trago de su quinta copa.
-Se ha ido en cuanto le pregunté donde vivía.
Hugo soltó una carcajada.
-Es porque vive conmigo mi buen amigo, se ha hospedado aquí a comienzos del mes pasado.
Benigno abrió los ojos atónito.
-¿Recuerdas aquel incendio que destruyó dos casas en una noche sola?
Hugo asintió, ante la expresión de horror en el rostro de su amigo
-Así es... su casa y su familia quedaron apenas polvo. La traje aquí y ahora cree que me debe la vida por salvarla.
Lo miró por diez largos segundos y cayó en la cuenta de una sola cosa, lo envidiaba. Pensó en como un hombre como él fuera digno de merecer tal felicidad y gozo, con una mujer tan bella, con la mujer que le había arrebatado y que en su ingenuidad ella creyera deberle algo más que su mera presencia.
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Tras los muros del tiempo
Misterio / SuspensoMemoria y tiempo, palabras lanzadas al aire con el propósito de torturar a aquel que ha hecho daño, o cargar de nostalgia a quién ha brindado felicidad, pero por sobre todo, les da el poder a aquellos pobres diablos que se creen astutos, de hurgar e...