Prácticamente me ahogué al escuchar su voz. Sin duda Kim había escogido el peor momento para llamarme. Ahora me veía en la obligación de ingeniármelas para hacer de la llamada algo rápido, y lo menos incómodo posible.
-Kim-Murmuré llevando un mechón de mi cabello hacía atrás de mi oreja. Felix se apartó inmediatamente y me miró frunciendo el ceño.
De mis labios escapó un suspiro.
-Sorprendida ¿Cierto?-Rió él al otro lado de la línea.
Felix se puso a caminar de un lado al otro de la habitación, con las manos en sus bolsillos. De vez en cuando alzaba la vista para observarme, y lo acompañaba con un ceño fruncido. Murmuró algo por lo bajo que no logré descifrar.
Mentía si decía que su comportamiento no lo hacía lucir...molesto.
-Como no tienes idea-Respondí, finalmente. Llevé los dedos a mi boca y comencé a morderme las uñas, impaciente.
¿Qué quería?
-Espero no haberte atrapado en un mal momento. Solo quería saber como te encontrabas y como marchaba todo en San Diego-Me senté nuevamente en mi silla reclinable, detrás del escritorio, y recosté mi espalda. Felix había detenido su movimiento, y había acabado por mantenerse en silencio, con la vista fija en el centro de la ciudad (que se proyectaba a través del vidrio del ventanal)-Traté de localizar a Felix, pero no contesta el teléfono, supuse que debe de estar muy ocupado con los negocios.
''No tienes ni idea'' Pensé.
-S-Sí, él está realmente ocupado-Mis ojos se movieron en dirección a Felix, al momento justo para hacer contacto visual. Rascó su mentón, como si estuviera pensando en algo-En verdad todos lo estamos, hay mucho trabajo que hacer, sí-Acoté inmediatamente de forma indirecta.
-Te extraño, Mari-Soltó, como quien quiere la cosa. La situación se volvía cada vez más incómoda, y me sentía un poco mal con ello.
Kim se había portado muy conmigo desde el primer día en que nos conocimos. Él se había acercado cuando Felix había decidido alejarse. Y estuvo ahí en esos malos días.
Pensándolo así, me sentía una perra.
Esa era, exactamente, otra demostración de que la dulce y comprensible Marinette que una vez había existido...ya no existía. Últimamente tenía acciones-Y pensamientos-Muy impropios de mí.
Kim era un amigo, ¿qué de mal había en responderle a su llamado, y preocupación? Después de todo, y hasta donde sabía, seguía siendo el mejor amigo de Felix. No había motivos por el que preocuparse, ¿verdad?
Ya ni me reconocía a mi misma, para nada.
-También te extraño, Kim-Traté de que las palabras sonaran más amistosas que cualquier otra cosa. Pero tan solo soltar aquello en presencia de Felix fue como soltar una bomba.
El rostro de Felix volteó bruscamente en mi dirección y sus cejas se alzaron, como pidiendo una explicación.
Apretó sus manos en puños, muy fuertemente, y luego dijo lo inimaginable.
-Te dejaré hablar tranquila, Marinette-El tono de su voz me hizo temblar-Avísame cuando esta mierda termine, que estaré por ahí.
Bajé el tubo del teléfono y tapé el audífono. Felix me lanzó una mirada llena de advertencia entonces llegó a la puerta a paso rápido y...se fue, dejándome con Kim al teléfono y completamente anonadada...con el corazón en la garganta.
Tras finalizar la llamada lo primero que hice fue ir en busca de Felix, para hacerle entender que no existían motivos por los cuales ponerse con la actitud en que se había puesto.