𝐗𝐗𝐈𝐈. 𝐓𝐡𝐞 𝐊𝐢𝐧𝐠 𝐨𝐟 𝐏𝐞𝐨𝐩𝐥𝐞'𝐬 𝐇𝐞𝐚𝐫𝐭𝐬

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La tormenta de nieve se apoderó de Yabbay, apagando las llamas que Jeonghan había provocado.

El rey iba en su caballo negro, viendo los rostros conocidos y desconocidos dentro del círculo de llamas azules.

Reconocía la magia de su hermano que competía con la suya en magnitud y experiencia, pero la que había caído sobre Yabbay era nueva.

Junhui tenía magia contraria a él y Jeonghan no podía atacarlo. Sentía la pureza en todos lados. Pero también había letalidad ahí.

La nieve los cegó a todos de un momento a otro, justo cuando las protectoras llamas azules se levantaron en una columna alta.

Gruñó porque no podía alcanzarlos y porque la nieve fría cayó sobre él sin que pudiera evitarlo. Ni sus llamas naciendo de su ira interna podrían derretirla.

Su caballo se detuvo, con las patas delanteras en alto, pues la ventisca era demasiada. Sus soldados también se cubrían los rostros y se quejaban de la fuerza del viento y la nieve.

Todo Yabbay se convirtió en un reino nevado. La nieve volvió a reclamar lo suyo, apagando las llamas con su manto blanco.

Del otro lado del Bosque Negro y el Bosque de Yabbay, pasando la columna de piedra y enredaderas, el círculo de llamas azules cedió también, y antes de apagarse, mostró a los recién llegados.

Todos estaban agitados. No habían sido heridos en la pelea, pero sí gastaron mucha energía. Sin embargo, no había tiempo para descansar. El trabajo apenas había comenzado.

Joshua se puso en movimiento primero y Minghao lo siguió por detrás. Escuchaban los llantos más adelante dentro del pueblo abandonado de los mineros.

La gente del pueblo de Yabbay había llegado ahí. Refugiados. Asustados. Heridos. Necesitados.

Junhui levantó la vista y ya no vio la nieve que sintió salir de él. Respondía a su llamado, cómo si tuviera infinita capacidad de hacer caer tanta nieve como lágrimas.

Se limpió el rostro frío, quitándose los últimos copos de hielo.

Wonwoo se acercó a él y su corazón traicionero se alegró, pero después le dolió. Una mano en su hombro, un rostro preocupado.

Los mineros también habían corrido hacia el pueblo, pues tenían mucho trabajo que hacer.

—¿Estás bien, Junnie? —preguntó el cazador, notando el estado cabizbajo del príncipe.

Esa forma de llamarlo le hacía querer caer al suelo sobre sus rodillas, pero se mantuvo de pie y asintió, no confiaba en su propia voz.

Tenía que ser fuerte para su pueblo, para su gente. No debía pensar en sí mismo. Si era un príncipe digno... Tenía que prevalecer.

Así que comenzó a dirigirse hacia el pueblo, con Wonwoo siguiéndolo de cerca, el cual no le quitaba el ojo de encima al príncipe, atento a cada cambio en su expresión y movimientos.

Era extraño verlo así. Al parecer la nieve que nacía de él no difería mucho de su postura en situaciones de ese calibre. Junhui era puro, elegante, limpio... Pero frío e imponente. Podía hundirte debajo de él con sólo una mirada.

Lo peor de todo era que no se daba cuenta de su verdadero poder.

Cuando llegaron al resto de las cabañas que antes habían parecido abandonadas, ahí dónde había un pozo de agua en medio de ellas, rodeando la plaza principal del pueblo, se encontraban un montón de personas en el suelo, recibiendo ayuda de las pocas manos que constituían los mineros, Minghao y Joshua.

The Prince And The Hunter (WonHui)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora