𝐗𝐗𝐕. 𝐓𝐡𝐞 𝐊𝐧𝐢𝐠𝐡𝐭 𝐨𝐟 𝐭𝐡𝐞 𝐌𝐨𝐨𝐧

354 57 7
                                    

La nieve volvió a caer y la gente del pueblo de Yabbay fue testigo de la noche siendo acompañada de los copos blancos y puros que no traían frío consigo, sino un sentimiento de nueva esperanza.

Unas puertas pesadas fueron a abiertas y todos miraron en la dirección de la iglesia, creyendo ver un ángel de alas invisibles que había bajado del cielo, con la vestimenta blanca contrastando con el cabello negro y los labios que eran rojos de nuevo.

El júbilo no tardó en llenar los corazones de todos al mismo tiempo que la sorpresa y admiración se levantaron en exclamaciones.

El príncipe Junhui caminó hacia ellos, pasando su mirada por su pueblo, por el rostro de los mineros que lo veían con incredulidad y una alegría que nunca habían sentido, sin poder creer sus ojos.

Minghao también lo miraba asombrado y sólo Joshua tenía el mismo gesto que aquel hombre que se encontraba detrás del príncipe renacido.

Wonwoo estaba cruzado de brazos, respetando el espacio de Junhui pero no retirando sus ojos oscuros del joven príncipe en ningún momento. La sonrisa que tenía era de satisfacción, pues Junhui estaba determinado. Era como si aquel hechizo le hubiera dado nuevas fuerzas.

Ya no tenía ningún temor.

Caminó entre las personas que se abrieron para dejarle el espacio que merecía, mirándolo con asombro y respeto, sin decir ninguna palabra antes que su príncipe, su legítimo rey, al que creían haber perdido.

Pero no, Junhui estaba más que vivo. Bello, de pie, con sus ropas puras y su rostro determinado, con su esencia que destilaba valentía y honor.

Él era la realeza, la sangre en sus venas tan limpia y perfecta como su imagen rodeada de la nieve que caía a su comando.

Junhui había despertado, había vuelto y reclamaría su trono. La corona sería puesta sobre sus cabellos.

Tenía a su pueblo, a los mineros que le juraron lealtad y cariño, a Minghao, un médico y heredero de los elfos, a Joshua, un poderoso hechicero.

Y sobre todo, Junhui tenía a un cazador que valía más como un caballero, que en lugar de una espada llevaba un hacha.

Tenía a Wonwoo, el hombre que amaba, con el cual pelearía sin temor por la justicia.

Junhui se detuvo en medio de la conglomeración de su pueblo y se subió sobre una fuente sin agua, en dónde caía la nieve, acumulándose en sus pies descalzos.

El silencio de respeto seguía presente y las miradas de su pueblo puestos sobre él, esperando con paciencia.

Antes se habían arrodillado ante el príncipe humilde y altruista, pero ahora veían a su príncipe dispuesto, valiente y con una fuerza muy especial que provenía directamente del corazón.

Junhui, dotado no sólo de belleza exterior, sino también con tantas virtudes que lo hacían brillar.

Tomó aire y lo soltó en un suspiro. Y fue que habló.

—¡Mi querida gente! ¡He despertado de un hechizo de muerte impuesto por Jeonghan, el que se dice ser su rey! —habló con su voz suave pero fuerte, pues no vacilaría—. ¡Un hechizo que no pudo vencerme, pues no es un destino que deba padecer!

Junhui pasó su mirada por todos los rostros que seguían mirándolo directamente, escuchando sus palabras con atención.

—¡Estoy aquí de pie y no es una casualidad! ¡He despertado, gente mía! ¡He vuelto y no en vano! —Se tocó el pecho—. ¡He vuelto, y lo hago con una petición! ¡Con una esperanza que vale más que el oro de la falsa corona de Jeonghan!

The Prince And The Hunter (WonHui)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora