𝐗𝐗𝐈𝐕. 𝐖𝐡𝐢𝐥𝐞 𝐘𝐨𝐮𝐫 𝐋𝐢𝐩𝐬 𝐀𝐫𝐞 𝐒𝐭𝐢𝐥𝐥 𝐑𝐞𝐝

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Una ráfaga de viento azul levantó la nieve y los mineros fueron testigos de la aparición de dos figuras.

El mago, con la cabeza cabizbaja y un gesto serio. Y el cazador, sin ninguna expresión facial.

Y la tercera persona que ellos habían estado esperando se encontraba entre los brazos del cazador.

El príncipe, con sus ojos cerrados, con su cuerpo intacto, pero su consciencia perdida para siempre.

Los mineros se alarmaron. Habían estado esperando noticias de ellos cuando Joshua sintió un rastro de magia fuera de los límites de su campo protector. Sólo que no esperaban que Jeonghan atacara directamente.

Al parecer escogió bien su oportunidad.

Todos se acercaron, preocupados, esperando lo peor, que de hecho, era lo que había sucedido sin que lo pudieran evitar.

Pero Wonwoo sólo cambió su expresión para fruncir el ceño y los mineros lo notaron. No quería que nadie se acercara al príncipe inconsciente, así que mantuvieron su distancia.

Junhui no parecía respirar. Estaba tan pálido como la nieve, tan inmovil como una muñeca de porcelana.

—¿Qué le sucedió a Jun? —preguntó Seokmin, acercándose a Joshua que no había levantado la mirada en todo ese rato.

Estiró la mano y los mineros vieron lo que tenía en su palma. Eso era una manzana, tan negra como el carbón.

—Jeonghan —dijo ese nombre con amargura evidente en su voz siempre gentil—. Envenenó a Junhui.

Los ojos de los mineros se abrieron en incredulidad y todos sintieron un peso enorme caer sobre ellos. Eso no podía estar pasando.

—¿Él está...? —comenzó a decir Soonyoung.

—No.

Todos pegaron un sobresalto ante la voz dura y grave de Wonwoo, aunque no dejó que el minero dijera esas palabras.

No lo quería creer. No Junhui. No la nieve pura. Él, lo más precioso que había, no podía estar...

—¿Entonces? —dijo Jihoon, con los puños cerrados y un rostro de impotencia—. ¿Qué podemos hacer?

Joshua se cruzó de brazos, sin poder mirar al príncipe que Wonwoo no quería soltar.

Si hubieran llegado a tiempo lo habrían evitado. No tenían idea de cómo Jeonghan convenció a Junhui de entrar en ese estado, pues el rey no podía atacarlo directamente.

Y no importó cuanto intentaron despertarlo, Junhui no reaccionó. Siguió en ese estado, cómo si estuviera atrapado en un sueño profundo.

—Jun no va despertar —dijo el mago, ganándose más miradas incrédulas—. Yo no puedo hacer nada en contra de la magia de mi hermano.

Cerró los ojos y nunca sintió tanto odio por aquella protección entre hermanos que evitaba que se hicieran daño mutuamente con su magia.

—¿Y Minghao? Él tiene magia élfica, ¿no? ¿Puede hacer algo? —preguntó Jihoon apresurado.

—El veneno es una maldición, y las maldiciones no se tratan con magia curativa. No son fáciles de romper.

Joshua ya había pensado en eso, pero sabía que la magia de Minghao, por más poderosa y curativa que fuera, no serviría en ese caso.

Jeonghan lo había pensado muy bien.

Los mineros sintieron la desesperanza y desesperación de nuevo.

La tragedia caía sobre ellos, como una sombra de desolación y duelo.

Junhui, el príncipe bello y puro, el que ayudaba con una sonrisa que siempre les regalaba de forma solidaria. Qué a todos trataba con amabilidad y consideración... Y ellos no habían sido capaces de protegerlo.

The Prince And The Hunter (WonHui)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora