𝐗𝐈𝐈. 𝐓𝐡𝐞 𝐆𝐢𝐟𝐭𝐞𝐝 𝐏𝐫𝐢𝐬𝐨𝐧𝐞𝐫

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La nieve ahí no caía. Y la que yacía como un manto sobre el césped extrañamente verde debajo, estaba blanca, pura y sin corrupción. No como la que manchaba el paisaje de Yabbay. Pero ahí, en las tierras que alguna vez estuvieron ocupadas por un pueblo minero, la magia de Jeonghan no podía llegar.

Junhui siguió a Jihoon con el corazón latiendo tan fuerte que lo sintió golpeado en su pecho.

Caminó con pasos pequeños detrás del hombre más bajo, que tenía un gesto serio. Habían salido de la cabaña de los mineros y la habían rodeado para dirigirse por un pequeño camino detrás de esta. Los árboles se alzaban sin hojas, pero no lucían amenazadores.

La tarde seguía en su esplendor, con el cielo pálido y tranquilo. Hansol, que era el que más le llegaba en altura a Jun, le había prestado sus ropas, así que no sentía frío.

Junhui se aferraba a las mangas del suéter y sus manos estaban juntas contra su pecho. Para Jihoon, el joven lucía tan angustiado que no pudo evitar sentirse de igual manera. Sin embargo, mantuvo su gesto neutro.

Caminaron por el pequeño sendero y Jun vio otra cabaña a lo lejos, sólo que más pequeña que en la que vivían los mineros.

Jihoon la señaló con la barbilla.

—Era mía y de Soonyoung. Pero desde que Seokmin ya no está con nosotros como antes, nos fuimos a vivir todos a la grande, para cuidar de Chan y Hansol.

Junhui se apresuró a su lado y miró el perfil tranquilo con una expresión de duda.

—¿Suya y de Soonyoung? ¿Ustedes son...? —No terminó la oración, dejó la pregunta colgando.

—No me hable tan formal, príncipe, no es necesario. Y en cuanto a Soonyoung y yo... Es complicado. —No dijo eso de manera molesta como Jun creyó que haría al principio, en cambio, Jihoon lo miró directamente y por fin le dio una pequeña sonrisa.

—Entiendo. —Jun asintió, sonriendo también.

Pero la sonrisa no le duró mucho cuando llegaron a la cabaña. Jihoon giró el pomo sin necesidad de utilizar llaves, pero se detuvo antes de abrirla.

Después miró a Jun detrás de él y este de nuevo tenía esa expresión nerviosa.

—Príncipe, no sé cuál sea la relación entre usted y ese hombre —Bajó la cabeza unos momentos y después soltó el aire en un suspiro. Eso puso más en el borde a Jun—. Él está bien, sólo que... Mejor entremos.

El joven asintió nerviosamente y Jihoon abrió la puerta. Jun lo siguió de cerca.

La cabaña era igual a la otra, sólo que más sencilla. El ambiente cálido y hogareño seguía ahí, pero la luz que entraba era el reflejo pálido de la nieve de afuera a través de las ventanas. Principalmente la sala, que pasaron de largo. Los muebles eran menos ahí. También había una chimenea. Junhui no observó mucho, tenía la sensación interior de que algo andaba mal. Caminaron por un corto pasillo y de nuevo se detuvieron frente a otra puerta.

Esta vez, Jihoon la abrió sin más y se acercó a la mesa a un lado de la cama. Sólo había una, y era amplia. Junhui se mordió el labio al ver a la persona que la ocupaba.

Jihoon encendió la lámpara de gas y se apartó para que Jun se acercara.

El príncipe caminó a un lado de la cama con pasos lentos, con el dedo índice de su mano derecha sobre su labio superior y la mano izquierda aferrada a la tela de su suéter grueso, sobre su pecho.

Wonwoo tenía una expresión pacífica. Sus ojos negros cerrados. El corto cabello castaño oscuro, algunas hebras cayendo sobre su frente. Parecía dormido.

The Prince And The Hunter (WonHui)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora