𝓒𝓪𝓹𝓲𝓽𝓾𝓵𝓸 𝓒𝓲𝓷𝓬𝓸 𝓹𝓾𝓷𝓽𝓸 𝓓𝓸𝓼

339 19 3
                                    

ℬ𝓁𝓎𝒶𝓃𝒶 ℛ. 𝒢𝒶𝓁𝓁𝒶ℊ𝒽ℯ𝓇

Cuando llegamos a la suite explote. ¿Cómo es posible que ni siquiera pueda estar cerca de Max?

—¿Qué carajos te ocurre?— le grite en cuento cerró la puerta, mis padres están en la sala viéndonos y escuchandonos.

—¿Qué me ocurre?— repitió Aidan con ironía. —Lo que me ocurre es ese tipo— exclamó, supongo que se refiere a Max. —Nunca se aleja de ti y te trata como un objeto— trate de hablar para defenderlo, pero no me dejó —, y no trates de defenderlo porque yo lo ví. Y ¿qué crees? Se cómo piensan ese tipo de hombres, los que te tratan de forma tierna y fingen ser lindos, pero al final solo querían llevarte a la cama y después te desechan— Maxwell no es así. —Ahora escucha claramente, Blyana— sentenció después de formarse un silencio entre nosotros y camino hacia mi hasta que quede contra el barandal de las escaleras, donde recargo su mano para que su cara quedé más acerca de la mía —: Aléjate de Maxwell o yo haré que te alejes de él. No tienes idea de las tonterías que chicas como tú han hecho— me susurró sintiendo las lágrimas en mis ojos e imaginandome a lo que se refiere con eso.

—Define "chicas como tú"— pedí retadora y sintiendo que las lágrimas empezarán a salir en cualquier momento.

Parece que mamá y papá notaron la gran tensión que hay entre nosotros porque de reojo alcance a ver qué ambos se levantaron preocupados. A veces a Aidan se le sale un tornillo y se comporta como un demente que siempre me recuerda a Cinco Hargreeves, da miedo. Es como tenerlo frente a mi y que sea él mi hermano y no el tierno, dulce y gentil que yo conozco.

—Chicas que lo tienen todo y por un simple capricho terminan violadas y asesinadas— respondió. Es como tener al mismo Cinco frente a mi. —Alejate de Maxwell o yo haré que te alejes de él— en este momento yo ya estoy llorando, pero sé que eso no lo detendrá. —Te meteré a una caja y te enviaré lejos de aquí.

¿Max, por qué no estás aquí conmigo?

—Creeme que no estas siendo agradecida porque de no ser porque convencí a mamá y a papá de adoptarte tú estarías vendiendote en algún bar por uno o dos dólares— ¿qué estás diciendo? —Alejate de Maxwell, Blyana.

Yo no soporte más y lo golpee. Le di una cachetada que hiso que se enojara más, pero ya se está sobrepasando.

Él se giro a verme y pude ver en sus ojos al psicópata que tanto me gusta de los cómics. ¿Quién eres y qué le hiciste a mi hermano?

—Vuelve a golpearme o te veo con él de nuevo, y te lo cumplo, huerfanita— agrego haciendo que en mi interior se me rompa.

—Estas loco— fue lo único que le pude decir desde que empezó a hablar y subí las escaleras escuchando otros pasos detrás de mí, solo espero que no sea Aidan el que me sigue.

Al llegar a mi cuarto cerré la puerta y me senté frente a mi cama abrazando mis rodillas mientras lloro. Escuché que alguien tocó la puerta levemente, pero no dije nada, hasta que escuche su voz. Esa masculina, tierna y dulce voz que con solo escucharlo sentí un poco de alegría dentro de mi.

—Ana, soy Max, ¿puedo entrar?— pregunto con respeto y cariñosamente.

—Adelante— fue lo único que pude pronunciar gracias al enorme nudo que sentí en mi garganta.

Él entro cerrando la puerta detrás de él, se sentó junto a mi y me tomo de los hombros para acercarme a su cuerpo y poder abrazarme con cariño, pegando mi cabeza a su pecho haciendo que escuche los latidos de su corazón. Eso fue suficiente para sentirme mejor.

—No tiene derecho de hablarte así, ¿por qué lo dejas?— hablo después de un largo silencio que me dejó que me calmara por completo. —¿Por que es tu hermano?

—Él no tiene idea de lo que dice— respondí con dificultad. —Tal vez mañana lo olvide, pero yo no—  continúe —y no lo trataré como él esperara sino que lo trataré diferente y él no sabrá la razón, hasta que me demuestre que de verdad lo siente— explique sabiendo que se confunde, pero tratando de que entienda que ya pasó antes y sé exactamente lo ocurrirá mañana o más al rato.

—¿Ya lo había hecho antes?— me preguntó haciendo que yo me separé de él y lo mire con lágrimas en mi rostro aún escurriendo, asintiendo con la cabeza y algo apenada por la situación. —¿Cómo es que lo soportas?

—No es tan común— respondí —y es el mismo proceso— trate de explicar para empezar con las fases —: encuentra algo que lo molesta, peleamos, me amenaza, lo olvida, me pide disculpas, lo ignoro y hace miles de cosas con tal de que lo perdone. Siempre es lo mismo.

—¿Y siempre lo perdonas?

—Sí.

—¿Por qué?

—Porque nunca son las mismas situaciones, además de que siempre pasa un lapso de tiempo en el que yo no le hablo para nada y él hace muchas cosas con tal de que lo perdone— explique empezando a recordar lo que había hecho con tal de que lo perdone. —No sé si lo recuerdes, pero una vez me llevo un enorme ramo de rosas rojas a la escuela y contrato a unos niños para que sostuviera el cartel que decía en español "¿Me perdonas?"— le comenté porque ambos vamos a la misma escuela.

—¿Cómo olvidarlo? Todos vimos que tú solo lo ignoraste y te fuiste por otro lado para poder llegar a tu casa— recordó haciendo que mi llanto cesara.

—Sí. Hubo otra ocasión en la que se me atravesó mientras yo corría un poco y me pidió disculpas dando el argumento de que estaba corriendo a pesar de que no le gusta hacerlo, pero yo no lo perdone— conté ya estando mejor acomodada junto a él. Recuerdo esos días como si hubieran pasado hace unos días. —Ya tengo hambre— anuncie haciendo que él infle un poco sus gordas mejillas haciéndolo ver tierno.

—Es lo que te pasa si lloras mucho por tu hermanito— dijo algo sarcástico tratando de hacerme reír. —Si quieres yo voy, mientras tu acomodate para dormir— sugirió, pero no me gusta la idea.

—Es que no quiero que te haga nada.

—Sí, yo tampoco quiero eso— por lo menos estamos de acuerdo. —Ya se— pronunció llamando mi atención. —Vamos los dos a la cocina por algo de comer, pero al estilo misión imposible— sugirió y yo acepte.

Ambos fuimos a la cocina llegando puesta la pijama porque se va a quedar a dormir aquí conmigo. Pudimos meter varias cosas a la mochila que llevábamos sin ser descubiertos mientras en nuestras cabezas sonaba el clásico de esa saga de películas tan buenas. Pero cuando íbamos por el pasillo —Max frente a mí para cuidarnos mutuamente— nos encontramos con Aidan aún enojado. Él solo iba pasando por ahí y nosotros íbamos jugando para que no nos atrapara juntos. No sé qué pasó exactamente, solo sé que Max tomo mi mano y corrimos hacia mi habitación cerrando la puerta con seguro, escuchando a Aidan diciendo que me arrepentiré. Después de reírnos un rato pusimos nuestras películas favoritas en la televisión con la luz apagada, colocamos bien la comida sobre la cama y nos recostamos en ella viendo películas de comedia romántica, ciencia ficción, acción, aventura, fantasía. Básicamente, hicimos un maratón de películas al azar que tanto nos gustan que compartimos ese gusto.

¿Qué quieren que les diga? Somos muy buenos amigos.

Estoy segura que mañana vamos a amanecer con dolor de cabeza y no querremos ir a trabajar, si es que nos llaman para ir al set.

Hermana PequeñaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora