Capítulo 18

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A Candy le dio mala espina Stear (desconfianza) y le quitó al gato de los brazos.

—Yo lo encerraré en mi habitación, ustedes pueden seguir preparando todo, además tengo que alistarme para la cena, no porque esté en mi departamento luciré desaliñada.

Los jóvenes Ardlay vieron que Candy se llevó a su tío en brazos. —Quisiera ser ese gato— dijo Archie con envidia.

—También se me cruzó por la mente ese mal pensamiento, pero esa chica es de nuestro tío así que ni siquiera debemos mirarla —comentó Stear.

Mientras Candy se duchaba, Stear y Archie terminaron de preparar todo, George llegó con la comida y los trajes de gala para los muchachos, también le llevaron un vestido de noche a Candy, tocaron la puerta de su habitación y Stear se lo pasó, ella tenía una toalla cubriendo su desnudez.

—No joven Stear, no puedo ponerme esto, es muy ostentoso para una mujer tan sencilla como yo.

—No es un día cualquiera, es nochebuena.

—Está bien accedo a ponérmelo.

El minino estaba encima del tocador, suspiraba al ver a Candy maquillándose, de igual manera se lamía los bigotes mientras la contemplaba, era el mismo sentimiento que cuando veía un corte de carne.

Candy salió arreglada de la habitación, los muchachos se habían cambiado de ropa mientras la esperaban, la joven se sintió contenta, siempre se pasaba sola los días festivos, por no tener familia le tocaba trabajar las guardias y en esta ocasión en especial estaba acompañada por cuatro hombres guapos, aunque el cuarto estaba inconsciente. Nadie se acordó del gatito que quedó encerrado en la habitación.

George con el semblante serio, quiso que se cantara noche de paz, no quería que a los muchachos se les olvidara que celebraban el nacimiento de Jesucristo, Albert detrás de la puerta soltó unas lágrimas, quería disfrutar de ese momento, quería unirse a ese canto.

George llevó de la champaña más cara que tenían en la mansión Andrew y al terminar el villancico brindaron. Stear les servía a todos cuando se terminaban lo que tenían en sus copas, quería regresar a la normalidad a Albert y para eso tenían que estar todos bajos los efectos de alcohol para que no se lo impidieran.

—Vamos a servir la cena —propuso Stear.

—Todavía son las 9, ¿por qué no bailamos? —los invitó Candy, ella le extendió los manos a George quien estaba sentado y se puso rojo de la pena, el jamás bailaba, aunque sabía hacerlo, un hombre tan educado había llevado uno que otro curso de baile, por si en algunas de las fiestas que daba la familia Andrew requerían que sacara a bailar a alguna invitada, que no tuviera pareja.

Después de los dos valses, Archie sacó un cd y puso un cumbion. Stear se llevó las manos al rostro y se estiró las mejillas no podía creer que el elegante de su hermano fuera naco a su parecer, el gusto por ese género musical lo agarró cuando estuvo en México comisionado para cerrar un negocio, le extendió la mano a Candy invitándola de esa manera a bailar con él.

—Pero no sé cómo bailar eso.

—Yo te guio gatita —le contestó Archie haciéndole un guiño.

Amo su inocencia, 17 años, su primer amor, 17 años...

—¿Qué dice? —preguntó George.

—No sé, —contestó Stear alzando los hombros —parece que es en español.

—Los ancestros de los Andrew podrían estar revolcándose en su tumba al ver que uno de los suyos escucha esa clase de música.

Albert arañó insistentemente la puerta tanto así que Stear tuvo que abrirle, el saltó directo en el equipo de sonido y quitó con la garra esa música ruidosa, aunque ya la pieza había terminado justo cuando el saltó.

—Es hora de cenar —dijo Stear antes que Archie pusiera otra cumbia.

—¿por qué pusieron cinco platos si solo somos cuatro personas?

—por mi ti... —Stear le dio un codazo a Archie antes que terminara la frase.

—Por la mascota, creo que al ser tu compañero de departamento debe de tener ciertos privilegios —compuso Archie.

—Tienen razón, flofy debe estar en la mesa, pero no le vamos a dar comida pues se tragó ese corte de carne.

—Eso tiene rato que pasó, ya a estas horas debe de tener hambre —comentó Stear porque sabía que Albert no se perdería su porción de la pierna mechada.

Candy iba a abrir una lata de alimento para gatos, pero Archie la detuvo —le daremos pierna mechada.

—Pero le puede hacer daño —replicó Candy

—Ese gato tiene estomago de chombo, de seguro lo aguanta.

Stear seguía insistente con la champaña, el gato se subió a la mesa, disfrutó de la porción de pierna mechada que le sirvió su sobrino. Candy ya estaba muy borracha y se le acercó a George.

—¿Sabe? yo creo que se vería más guapo sin bigote. Déjeme que se lo corte.

—Siempre he tenido este bigote, creo que no me reconocerían si me lo afeito.

—No me gustan los bigotes, si comen se les ensucia, es antihigiénico.

—Yo se lo corto —dijo Archie contento.

—Buscaré mi depiladora de piernas.

George se durmió en el trayecto en que Candy fue a buscar su depiladora electrónica.

Albert saltó en George, no quería que le afeitaran el bigote, pero este no se despertaba. Stear agarró a Flofy y se lo llevó a la recamara.

—Tío, llegó la hora de regresarte a tu cuerpo.

Albert se le soltó y empezó a huir de él, mientras en el comedor, Archie le pasaba la depiladora eléctrica a George por los bigotes, Candy se reía.

—Ahora te cortaré el cabello, pareces una nena con ese corte del príncipe valiente.

—No, con mi cabello no te metas, gasto mensualmente 1,000 dólares en productos especiales para mantenerlo así —se rehusaba Archie.

—Velo por el lado positivo, te vas a ahorrar. Déjame que te lo corte, además no me permitiste cortarle el bigote a George.

—Está bien, dale, espera un momento, pero ¿tienes experiencia en corte de cabello?

—Les afeito la barriga a los pacientes cuando los van a operar, eso debe contar.

—Tienes razón, ha de ser lo mismo. Dale.

Stear amarró a Flofy, se le escabullía y no había tiempo que perder, conectó a Albert al aparato, luego conectó a minino.

«Con esto ganaré de nuevo tu confianza tío, me elegirás antes que a Archie» pensó Stear. Accionó el dispositivo, Albert se empezó a convulsionar, se bajó la energía y la luz empezó a fallar, hubo una sobrecarga y el dispositivo hizo un ruido como si fuera una bomba a punto de estallar.

Mi mínino en navidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora