Albert por fin estaba instalado en la mansión Ardlay, tenía ansiedad de que Candy llegara a su lado, le daba miedo de que se arrepintiera y saliera huyendo. Las recomendaciones del especialista habían sido que se rehabilitara con masajes y ejercicios sencillos, que comiera saludablemente así poco a poco se reincorporaría a su vida normal.
Abrieron la puerta de su recámara y se puso feliz al ver a Candy junto a la señora Elroy.
—William, ya llegó tu prometida, le cedimos temporalmente el cuarto de huéspedes, en cuanto se casen traeremos sus cosas a tu habitación.
Albert miró hacia Candy para ver su expresión, conocía su rostro avergonzado.
—Señorita Candice, tenga las instrucciones del médico le pagaremos bien por atender a mi sobrino. Los dejaré solos para que puedan platicar.
La señora Elroy salió de la recamara, Albert le dijo a Candy que se sentara a su lado.
—Candy, sé que te parecerá descabellado de que nos casemos tan apresuradamente, pero quiero decirte que, para mí no es obligación, es algo que deseo hacer, aunque no lo creas estoy enamorado de ti desde hace tiempo. Si tienes dudas podemos esperar, mi tía es un poco mandona, yo puedo hablar con ella, decirle que vamos a conocernos más.
—Me da tanta vergüenza, hice cosas que no debí cuando usted estaba dormido.
—No me hables de usted— puso su mano sobre la suya y ella no la retiró.
—Traje a mi gato, espero que al igual que yo sea bien recibido aquí.
—Claro que sí, flofy será como de la familia.
Candy desayunaba en el balcón junto con Albert después de eso masajeaba sus piernas y brazos, para la buena circulación. La señora Elroy les dijo que en la cena del fin de año anunciarían su compromiso, aunque ellos dijeron que no darían la fecha de la boda.
Los Leagan se sintieron un poco ofendidos por no recibir la invitación de la cena de fin de año.
Llegó la peinadora y maquilladora de la señora Elroy para que arreglara a Candy, le pusieron 5 vestidos en el closet para que ella eligiera el que mas le gustara para la cena de gala. Ella prefirió uno de color rosa pálido y no tan ceñido, la rubia no quería verse tan extravagante.
Al bajar las escaleras Archie y Stear la alcanzaron y le ofrecieron sus brazos para que se sujetara, la escoltaron hacia donde estaba Albert, quien estaba rodeado por su familia, todos querían saludarlo y ponerse bien con él. Sus sobrinos se la cedieron y él la iba presentando como su prometida a todo aquel que se les acercara.
Había un cuarteto, Albert le pidió a Candy que bailaran.
—¿Cómo te sientes? ¿Estás cohibida?
—Me siento como en un sueño, siento que en cualquier momento despertaré. Todo parece surrealista. No puedo creer que soy la novia de un hombre tan importante.
—Yo me siento el hombre más afortunado de la tierra, saber que ya no me sentiré solo, sino que cuando despierte todas las mañanas lo primero que veré será tu hermoso rostro, sentiré el calor de tu cuerpo a mi lado, escucharé tu risa, tu hermosa voz. Serás mi amada esposa, a quién cuidaré y trataré como vaso frágil con mucho cuidado.
—Y adoptaremos otros gatos aparte de Flofy.
—Sí, y tendremos muchos hijos.
—¿Cuántos quieres tener? —Le preguntó Candy entusiasmada.
—El equipo de futbol. Yo solo tuve una hermana, aunque tengo a mis sobrinos, pero creo que me hicieron falta más hermanos.
—Yo que soy huérfana siempre deseé tener hermanos, en cierto modo a Stear y Archie les he tomado mucho aprecio, pues si Dios nos regala el equipo de futbol será bienvenido.
La señora Elroy anunció el compromiso de Albert y Candy, aunque no señalaron la fecha, todos asumían que sería en primavera.
Desde que empezó el primer día laboral del año nuevo se inició el papeleo para disolver la sociedad con los Leagan, lo que les causó gran desventaja a estos últimos ya que solo hacían negocio con ellos por el prestigio de los Ardlay.
6 años después.
La mansión Ardlay era todo un alboroto, se les dificultaba tener quietas a tres hermosas niñas rubias que eran más traviesas que sus 2 hermanos mayores a los que estaban tratando de peinar. Todas tenían un hermoso vestido estampado con rosas, del mismo modelo que el de Candy, y los varoncitos con trajes igual al de su padre, solo el tercero que tenía 5 meses de nacido estaba vestido de blanco.
Era la toma anual de las fotos familiares, siempre se hacía en el cumpleaños del patriarca de la familia. Aunque habían tratado de evitar que la prensa estuviera presente, solo admitieron a dos de los diarios principales de la ciudad.
Entrevistaron a Albert que dijera cual era el secreto para tener una hermosa familia.
—El secreto es mi esposa, la mujer que Dios me dio es mi ayuda idónea, ella es mi impulso para luchar todos los días, ella cuida de todos, dejó a un lado su carrera para cuidar de nuestros hijos. Yo me ocupo de proveer todo lo necesario para mi hogar, doy mi vida por los míos, yo disciplino a mis hijos, los corrijo cuando se equivocan, los levanto cuando caen y procuro que sigan mi ejemplo, es por ese motivo soy fiel a mi esposa y la trato como quisiera que algún día los esposos de mis hijas las traten, y como mis hijos tratarán a las que sean sus mujeres.
—Señor Andrew ¿Y se quedarán con 6 hijos o es que piensan tener más?
—Mi esposa y yo queremos el equipo de futbol. Todavía vamos por la mitad.
En la primera foto se acomodaron, Albert con dos niñas en sus brazos para que no estuvieran corriendo, Candy cargó al más pequeño y los mayorcitos se pusieron delante de ellos cargando cada uno un gatito, al anciano flofy lo tenían en una carriola. Archie y Stear querían seguir tras los pasos de su tío en tener una familia numerosa.
Después de las fotos fue el baile, durante la cena Albert se puso a ronronear por el oído de Candy.
—Pero todavía no se han ido los niños a dormir, y no se han ido nuestros invitados.
—Miau —respondió Albert, luego le dio una mordidita en la oreja.
Extrañamente eso calentaba a Candy, era la señal de que Albert quería acción.
—Ya es tiempo que empecemos con la segunda mitad del equipo de futbol, ¿No crees? —Albert se puso de pie y se estiró— Bueno ya es hora de que Candy y yo llevemos a los niños a descansar, gracias a todos por venir, se quedan en su casa. Mi tía Elroy queda a cargo.
Ya en la cama, Albert entre besos le pasó la lengua en el cuello a Candy.
—Ya te dije que no hagas eso, me haces cosquillas.
—Perdona nena, es que se me quedó esa manía ¿Por qué prefieres las mordiditas a que te pase la lengua?
—No puedo creer que hicieras todas esas travesuras, lo bueno que Stear ya no hace esa clase de experimentos.
—Por cierto, leí que tu exnovio y su esposa Susana tuvieron su primer bebé.
—Me alegro por ellos.
—Ja, ja, ja todavía me acuerdo cuando le oriné sus cosas.
—¡Qué travieso fuiste!
Colorín colorado este fic se ha acabado.
Les agradezco por su paciencia.
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Con esto me apoyan para que siga escribiendo de igual forma es una ayuda para mis pasajes de la universidad. Estoy estudiando otra carrera y a veces me las veo díficil. Gracias por todo.
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Mi mínino en navidad
RomanceCandy se encuentra a un hermoso gato en Navidad y se apropia de él, no sabe que este minino es un hombre en el cuerpo de ese gato.