Cuarto capítulo

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Al día siguiente Candy se despertó sobresaltada al escuchar ruidos en la cocina, era sábado y ella se levantaba hasta muy tarde, Terry se acordó que tendría la fiesta navideña anual con sus compañeros del teatro y no deseaba ir solo, él tenía un carácter difícil por lo que ninguna novia permanecía a su lado, era atractivo pero nadie podía aguantar su mal humor, con Candy llevaba dos meses porque sólo se veían los fines de semana y no convivían diariamente, cuando le hablaba al celular siempre terminaban discutiendo.

̶ ¿Qué haces aquí? Anoche te fuiste molesto, ¿Cómo entraste a mi departamento? ̶ lo cuestionó Candy con la ceja arqueada.

̶ Me tratas como si fuese un perfecto desconocido, reflexioné y me di cuenta de que no tuve razón en molestarme; quise compensarte trayéndote el desayuno, compré ensalada y café para ti, para mí traje una hamburguesa, el portero sabe que soy tu novio, no fue difícil convencerlo para que me abriera la puerta.

̶ Muy amable de tu parte, pero los sábados siempre desayuno huevos estrellados y hot cakes.

̶ Vas a engordar así, ¿representarás a Santa Claus en el hospital o que? también vine porque iremos a comprar tu vestido para la fiesta del teatro.

̶ No me han pagado mi aguinaldo.

̶ Yo te prestaré, además podrás usar el mismo para la cena navideña del hospital, velo como una inversión.

Albert vio la mochila de Terry en el piso ̶ , «Interesante, quiero saber ¿que pasaría si le orino sus pertenencias?» pensó el adorable gato. Se acomodó, levantó la colita y aventó el chorrito de pipí hacia aquella llamativa bolsa «Listo, misión cumplida, ahora veremos cómo se transforma en el increíble Hulk».

̶ Aprovechando que te harás tu desayuno, hazme un jugo de naranja para que tome con mi hamburguesa, vi que tienes una bolsa de naranjas en el refrigerador.

Candy blanqueó los ojos y se puso a cocinar, Terry sabía que tardaría en preparar los alimentos así que fue por su mochila para sacar su libreto y memorizar los diálogos de su próximo personaje, la sostuvo y sintió el hedor a orín, sus manos quedaron impregnadas y mojadas por aquel apestoso líquido ̶ , ¡Pero que diablos! ¡Candy ese malvado animal se orinó en mi mochila!

Terry agarró a Albert por las patas traseras y se limpió las manos en su pelaje, este gritó, Candy fue a auxiliarlo ̶ , suelta a flofy, el pobre tiene razón, no le he puesto su arenero.

Terry lo soltó para que cayera de cabeza, pero por sus rápidos reflejos no se hizo daño. El actor tuvo intenciones de decirle que se decidiera por alguno de ellos, que los dos no podían estar en el mismo lugar o se iba el gato o él, pero reflexionó y sabía que Candy sin pensarlo dos veces elegiría al felino.

Terry fue al baño para lavarse las manos, por más que se echaba agua y jabón no podía quitarse aquel mal olor, Candy quiso consolar a Albert, pero se dio cuenta que apestaba ̶ , lo siento Flofy, no podré cargarte hasta que te bañes.

Albert estaba molesto «Condenado actor de pacotilla me ensuciaste, esto no se quedará así, te declaro la guerra»

Candy se lavó bien las manos y siguió preparando el desayuno, Terry fue a la cocina, se sentó en el antecomedor, miraba al gato como psicópata.

Candy hizo el jugo de naranja, el café que le llevó Terry se enfrió, acto seguido lo calentó, la rubia se sentó frente a él, reinó el silencio, el joven no quería ni hablar de lo enfurecido que estaba.

̶ Después de desayunar lavaré los trastes, luego bañaré a flofy, por último, me alistaré para ir de compras ̶ , habló Candy para sacarlo de su letargo.

̶ Pero báñalo con agua fría para que se le quite lo cochino.

̶ Ya perdónalo, si hago eso capaz y le dé pulmonía.

̶ Candy, si te pones a bañar al gato no saldremos de aquí hoy, déjalo que se aseé solito, para eso tiene la lengua rasposa.

̶ Está tan lanudo que se le dificulta, el pobre se llevaría todo el día.

̶ ¡En algo que trabaje el holgazán!

Candy respiró profundo y continuaron con su desayuno. Después de lavar los trastes se dirigió a su habitación, Albert la siguió. Ella buscó su ropa y fue a ducharse ̶ , flofy te caerá agua si entras aquí.

«No importa mamacita, de aquí no me sacas, quiero ver tu desnudez» pensó Albert.

Mientras Candy abría la llave de la regadera él se acomodó para hacer sus necesidades fisiológicas en el inodoro, Candy se sorprendió al verlo que dejaba sus heces en la taza, él con su garrita bajó la palanca.

̶ Si estás tan bien educado ¿Por qué haces tantas travesuras? O ¿es que acaso te cae mal mi novio?

Albert pensó «mejor entraré a la regadera con ella, ni loco me limpiaré el ano con la lengua»

Albert se metió a la regadera y Candy le puso de su shampoo, de una vez lo bañó, Terry quiso entrar, pero la puerta tenía seguro, «No confía en mi todavía» pensó el enamorado.

«Parecemos una perfecta pareja de casados, nos estamos duchando juntos» pensaba Albert.

Terry agarró el trapo de la cocina para limpiar su mochila, si Candy lo viera de seguro lo reprendería.

Albert se sacudió el agua, Candy le abrió la puerta y salió corriendo a pasarse por la cortina de la sala a fin de secarse, Terry lo vio.

̶ ¿De que privilegio gozas gato inmundo? A ti si te permite que entres a bañarte con ella, ¡ya verás!

Terry agarró del cuello a Albert para impedir que emitiera un sonido, abrió la puerta y salió con él fuera del departamento, sus intenciones era sacarlo del edificio para que se congelara, así como estaba mojado sería más rápido.

Mi mínino en navidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora