Así fue la primera vez que la vi

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Albert se preocupó al saber que los Legan trataban de convencer a la señora Elroy para que lo desconectaran. «Debo de contactar a Stear para decirle que estoy atrapado en el cuerpo de este gato, estoy seguro que él puede revertir todo, además ahora sé que Candy se impresionó con mi... siendo un minino no tengo ninguna oportunidad con ella, pero es agradable estar todo el tiempo a su lado, de seguro mañana que salga a su trabajo me dejará solo»

Albert estaba tan inmerso en sus pensamientos que no se dio cuenta que Candy lo llamaba con insistencia, tenía un juguete en su mano que consistía en una vara de plástico con un hilo de elástico y un pescadito en la punta, sintió un golpecito y vio que Candy quería que atrapara el pescadito «¿Qué quiere que haga? Ah ya sé, Candy, tengo el estómago lleno por ahora no quiero jugar» —La miraba con cara de aburrimiento.

—Candy, quiero que cumplas tu promesa, me dijiste que practicaríamos el sexo oral, ya que no quieres penetración creo que es una buena opción para explorar nuestra sexualidad como pareja—, le dijo Terry con una mirada de deseo.

— Terry, estoy cansada, es mejor que lo dejemos para el fin de semana.

— ¿Cansada? Pero para jugar con ese gato haragán no estás cansada, es mejor que vengas conmigo en la cama.

— No hemos terminado de comer —, replicó Candy

—Tienes razón te falta el postre —, dijo Terry bajándose la cremallera del pantalón y dejándola ver lo que se perdería.

— ¡Está bien! Déjame terminar mi cena, lavaré los trastes y luego de eso podemos intentarlo.

Albert con tal de distraerla se puso a jugar con el pescadito y Candy se entusiasmó.

— ¡Míralo Terry! Ya le dieron ganas de jugar

— Candy, deja a ese gato y termina de comer, ya estoy ansioso de sentir tus labios en mí.

«No sé en que momento se me ocurrió hacer esa promesa» pensó Candy.

Fueron a la mesa a terminar de alimentarse, Albert sin ninguna educación se subió casi le tira el sándwich a Terry, este molesto lo quiso bajar, pero Candy se lo impidió —, déjalo aquí, recuerda que es mi gato.

—¡Lo vas a mal acostumbrar! Debes enseñarle modales.

Albert hizo como que jugaba con la salsa Tabasco y a Candy se le antojó.

—¿Quieres que le eche salsa a mi comida? Está bien seguiré tu sugerencia.

Candy le estaba agregando salsa a su pechuga y Albert le empujó la mano con su garrita haciendo que vertiera un poco más.

—¿Ya ves? ¡Es un gato grosero! Ahora no podrás comértelo porque te vas a enchilar—, la regañó Terry.

—Así me lo comeré.

Candy se lo comió, aunque estaba picoso se aguantó (para no escucharle decir a Terry te lo dije) tomó mucho té para quitarse lo enchilada.

—Me asearé un poco para el acto — le avisó Terry.

Por fin Terry la esperaba desnudo en la cama, Candy se tardó porque Albert hizo payasadas con el fin de entretenerla, se puso a ver su reflejo en el refrigerador como si le impresionara descubrir que era él, se paró en dos patas y se tocaba el rostro con la garrita.

—Estás viendo lo bonito que eres ¿Verdad? Vas a ver que todas las gatas del vecindario se rendirán a tus pies —le dijo Candy.

—Amor ¡Te estoy esperando! ¿Qué tanto haces?

—Es que Flofy acaba de ver su reflejo en el refri y hace unas poses chistosas, porque cree que es un gato intruso.

—Ahora sabes hasta lo que piensa el gato, es mejor que vengas Candy.

Candy fue hacia Terry desorbitó los ojos cuándo lo vio en paños menores.

Albert entró con ella en la habitación y se subió en la cama corriendo.

—Saca a ese gato pulgoso de la habitación.

—Dudo que tenga pulgas, el invierno las ha de congelar.

Terry se puso de pie y fue hacia Candy para besarla, ella se sentía incómoda de que Albert los observara.

—Flofy nos mira.

—No importa, agáchate y mételo en tu boca.

—¡No Candy no lo hagas! —Maullaba Albert con una voz ronca.

—¡Ese gato me desconcentra! Lo sacaré —, dijo Terry.

Albert trató de liberarse del agarre de Terry, pero no pudo, este cerró la puerta impidiendo que Albert volviera a entrar a la habitación.

—¿En que estábamos? ¡Así! En que me lo chuparías.

Candy no se había lavado los dientes y le obedeció a Terry, empezó a chupar, de pronto escuchó un grito de dolor, mejor dicho, de ardor, todavía tenía rastros del chile habanero que contenía la salsa Tabasco.

—¡Me arde Candy!

Albert escuchó el alboroto y se sintió satisfecho, Candy salió a buscar miel para contrarrestar el efecto del chile sobre el miembro de Terry.

Esa noche Terry se molestó y se fue del departamento.

—Bueno nos quedamos solos, al parecer Terry se enfadó porque le enchilé el pene—, dijo Candy alzando los hombros como si no le importara.

Candy agarró a Albert y lo llevó a la cama, se lavó los dientes y se dispuso a dormir.

Albert recordó la primera vez que vio a Candy, fue cuando llevó a Flofy 1 al veterinario.

Retrospeccción

Se le escapó porque lo quisieron vacunar contra la rabia.

—Yo lo bajaré Señorita —, se ofreció Albert.

—No se moleste, yo sé trepar árboles —, le contestó Candy.

—Aún así, el gato está asustado y puede arañarla, ¡Ya sé! le aventaré esta botella de agua para espantarlo, de seguro se bajará a sus brazos.

Albert se preparó para tirar la botella, usaría su técnica para aventar una pelota de beisbol, la impulsó tan fuerte que le pegó al gato en la cabeza y este se desmayó, por poco y se cae estrellándose contra el suelo, pero Albert en un movimiento rápido impidió la caída.

Mi mínino en navidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora