capítulo 20

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Candy fue al baño, vio en el espejo que tenía todo el maquillaje escurrido «¡Qué terrible me veo! Así me vieron los Cornwell, de suerte que el señor Albert está dormido, ay no, no es que me guste que esté así, sino que No quisiera que vea mi aspecto en estos momentos». Se lavó la cara, los dientes, a ella le pareció que él la miraba cuando se cambiaba de ropa y se asustó, se quedó un rato observándolo, pero vio que tenía cerrados los ojos y pudo respirar tranquila, de nuevo se acercó a él y esta vez lo besó en la boca, ella sintió su aliento a pasta dental, «me estoy volviendo loca, me pareció que él también tiene los dientes limpios, no, no puede ser, quizá es porque estoy cruda». Candy recorrió a besos su pecho, pero la interrumpió Archie, tocando la puerta con brusquedad y diciendo con voz fuerte:

—Apúrate Candy, ya calentamos tu porción.

Ella se sobresaltó, y salió con premura, ahí estaban los Cornwell sentados en el comedor y sonrientes, Candy se sintió dichosa por tener compañía, disfrutaba de sus ocurrencias, ellos habían pedido regalos para Candy en línea, se los llevaron ese día porque Archie era cliente VIP, él fue a recibirlos a la puerta.

—Candy todos estos regalos son para ti, esperamos que te gusten, no nos podremos quedar para abrirlos contigo porque iremos a nuestra casa para acompañar a la tía Elroy, de seguro ha de estar un poco deprimida porque es la primera navidad que se la pasa sin mi tío William.

—Entonces no los abriré hasta que puedan venir, así me da tiempo de comprarles algo también.

—No es necesario que nos compres nada, ya has hecho demasiado cuidando al tío William —intervino Stear.

—Ahora que me acuerdo, debemos apurarnos a desayunar para que le ponga su suero, no quiero que se debilite.

Los hermanos Cornwell se miraron, no habían pensado en eso, de seguro Albert tendría hambre y quien sabe que reacción tendría cuando Candy le suministrara el suero. Desayunaron juntos, la ayudaron a dejar todo limpio y dejaron a Albert a su suerte.

Candy comenzó a asearlo, mientras, Albert trataba de pensar en otra cosa para no excitarse por el contacto, al momento que ella se enfocaba en su parte íntima, él se mordía los labios y su respiración se le tornó agitada. «Contrólate William, piensa en los negocios, no, eso no está funcionando, se va a parar ¡ya sé! voy a pensar en mi tía Elroy lavando su placa, eso me da cosa, sí, mi tía se quita la dentadura y sonríe en el espejo, se le ven las encías, ja, ja, ja se ve chistosa, está funcionando. Ahora pensaré en George sin bigotes, ja, ja, ja, pobre. Ahora en Archie con el cabello corto».

«Bueno Señor Andrew ha llegado la hora de suministrarle el suero»

Candy se dio la vuelta para preparar todo, Albert abrió los ojos, el corazón se le aceleró porque se imaginó que lo pincharía. «¡No había pensado en esto, no soporto las inyecciones! creo que no aguantaré mucho tiempo» pensaba el rubio.

En cuanto Candy lo punzó, él por reflejo se movió, ella se acercó a su rostro para observarlo, y él trató de calmarse para que no se percatara de que estaba consciente.

«Pareciera que el Señor Andrew se da cuenta de todo lo que hago, siento que me observa ¿o es lo que deseo que ya esté consciente? ¡Es muy guapo! Sería hermoso que cuando despierte se enamore de mí y me pida ser su novia».

En ese momento a Albert le gruñeron las tripas por el hambre, fue algo que no pudo evitar. Candy lo escuchó «¿Será que este es un signo de que despertará pronto?»

Después de atender a Albert, Candy se desnudó para bañarse, tenía la puerta abierta él no pudo evitar contemplarla desde su cama, «definitivo no podré aguantar, la deseo demasiado, tendré que decirle que ya desperté, ¡Qué hermosa es! desde sus cabellos hasta la punta de sus pies no le veo defecto alguno»

—Hoy me dormiré temprano Señor William porque mañana quiero ir a comprar regalos para sus sobrinos y para George. Cenaré y me tomaré unas pastillas para conciliar el sueño.

Candy fue a la cocina, intentó darle a flofy de la pierna mechada y esta caso le hizo, le ofreció un bistec y no lo comió, por último, le dio una lata de alimento para felinos y eso no se lo despreció. «Que raro, todos estos días me robaba comida y ahora no quiere sino solo comida para gatos»

Candy cenó, y vio que todavía le quedaba mucha comida, decidió que al día siguiente le llevaría un poco a su vecina Susana. Se durmió, y Albert intentó ir a la cocina para comer algo, no aguantaba el hambre, al poner los pies en el piso le aplastó la cola a flofy y este maulló fuerte, pero Candy no se despertó por que se había tomado ese medicamento para dormir, con todo y suero Albert se dirigió a la cocina, sacó una porción de comida y no le bastó, calentó mas para poder quedar satisfecho. «Comí demasiado, espero no se me alboroten las ganas de ir al baño mientras Candy esté aquí».

Albert tomó el teléfono para hablarle a Stear e indicarle que se apresuraran a convocar una junta para deshacer la participación de los Leagan en la empresa.

—Tío, la mayoría de los accionistas se fueron de vacaciones, tendremos que esperar a que sea Enero —replicó Stear.

La señora Elroy pasaba por ahí —¿Has dicho tío? ¿A qué tío te refieres? ¿Con quién hablas? —le cuestionó.

Al día siguiente Candy se alistó para salir de compras, las tiendas estaban con descuentos y aprovecharía la ocasión. Decidió poner un poco de comida en recipientes para ofrecerle a Susana, él que abrió la puerta fue Terry, estaba en bóxer y Susana estaba acostada en el sofá vestida con un baby doll.

Mi mínino en navidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora