21. El circo pirata

767 107 138
                                    

Paula, la avioneta que Ruth había conseguido, nada tenía que ver con la de Dominique: su color acerado era bastante feo y, además, también era muy escandalosa, aunque al ser más aerodinámica que Roberta, llegaron a la Ciudad de los Proscritos much...

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Paula, la avioneta que Ruth había conseguido, nada tenía que ver con la de Dominique: su color acerado era bastante feo y, además, también era muy escandalosa, aunque al ser más aerodinámica que Roberta, llegaron a la Ciudad de los Proscritos mucho antes de lo que se hubiera imaginado.

Jerôme nunca había estado allí y le resultó una ciudad fascinante. Las lámparas de lava, similares a las que había visto en la casa del desierto, centelleaban por doquier y la música se elevaba sobre las voces del gentío. Era un lugar pintoresco y lleno de vida. Observó cada uno de los edificios con los ojos abiertos de par en par. En aquellas callejuelas serpenteantes, Dominique e Isabelle se habían criado y adiestrado para robar y estafar, mientras que el gran villano se enriquecía a su costa. Era tan injusto.

—Es un plan absurdo, ¿estás seguro de querer hacerlo? —le preguntó Ruth, una última vez—. Tendríamos que esperar a tener noticias de Bell y Tristán.

—Puede, pero es mi error, ¿no? Además, es la única forma de estar en paz por lo que estuve a punto de haceros.

—Dudo que puedas, pase lo que pase, tendrás que vivir con ello. Lo que hiciste fue muy grave. —Lo miró de reojo con el ceño fruncido, y chasqueó—. Todas las personas tenemos un lado oscuro que aflora cuando no podemos soportar el dolor, y no por eso nos suicidamos, simplemente, intentamos no repetir los mismos errores. Por suerte, no pasó nada.

—Aun así... Isabelle...

—Te perdonará, sabe que no eras tú mismo, pero ponte en su situación: hace pocos días que perdió a su mejor amigo y que dio a luz a Nayra. Muchos cambios, mucho dolor y muchas emociones opuestas. ¿O piensas que eres el único que ha sufrido? Ella se esfuerza en aparentar normalidad durante el día, estar feliz por mí y por nuestra hija. Al final, siempre se duerme con lágrimas en los ojos —añadió con tristeza—. Necesitaba tiempo para procesar y comprender sus emociones, un tiempo que, aunque fuera sin querer, le robaste al presentarte de esa forma en casa. Si logramos recuperar a Dominique, será más fácil.

Jerôme suspiró. Por un lado, se sentía más ligero, ya no recordaba lo reconfortante que era vivir sin dolor. No obstante, la culpa pesaba tanto como antaño lo hicieran las pesas.

—Dudo que me perdone —dijo—. Dominique tampoco lo hará cuando se entere. La verdad, no creo que pueda perdonarme ni yo.

De pronto, la simpatía de Ruth se esfumó bajo una expresión seria, atenuada por una pizca de rencor.

—Dominique no tiene derecho a enfadarse —replicó con molestia—. ¿Sabes? ¡El muy capullo me traicionó! —Ante aquella confesión, el reciclador se mostró desconcertado, tenía que haber algún error—. Él sabía que el Joyero no me dejaría vivir —aclaró ella—, porque le encomendó matarme, me lo confesó la última vez que le vi.

—No puede ser, Dominique no sería capaz de...

—Lo sé, será muchas cosas, pero no es un asesino. Por eso huyó del Joyero y se nos metió en casa sin tomarse la molestia de contarnos cuál era la causa. Si nos lo hubiera dicho... Para mí, siempre fue un parásito que nos impidió disfrutar de nuestra luna de miel.

El Ladrón de SueñosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora