Capítulo 4

127 24 1
                                    

Uno de esos días de extenso trabajo, el dios recibía incontables almas en grupos que esperaban su juicio final, la diferencia de los demás días era que se sentía aburrido, por siglos no se quejó acerca de su trabajo porque antes la tarea no era tanta y porque con Cancerbero no se aburría tanto, adoraba jugar cuando era cachorro pero ahora es gigante y está cuidando la entrada, solo hablaba con sus trabajadores, hablaba con Nyx pero ella ya tenía tiempo sin visitarlo así como Hecate (diosa de las artes oscuras), otra persona que lo visitaba es su hermana Afrodita, sí, los de arriba podían ir a verlo, le pareció extraño al inicio pues no es muy fácil entrar al inframundo como si nada y salir en una pieza. A demás ella se encarga de comunicarle todo, le daba tristeza lo que Zeus le había hecho y la diosa se compadeció de él, ahí duraban horas hablando de las novedades del mundo y últimamente la mujer no había ido a verlo, tal vez por su matrimonio con Ares no le era posible venir. Alguien a quien también comenzaba a extrañar es a Poseidón, la última vez que se vieron fue por el maremoto que provocó en la Atlantida y Hades trabajo más de lo que ha hecho en su vida, se molesto con su hermano pero no duro mucho, al final se alegraba de verlo después de tantos años. Hablando con sinceridad, extrañaba a esos dos, extrañaba sus locuras y sus estupideces, los quería porque no le temían como los demás, sus otros hermanos ni se acuerdan que existe y los humanos le tienen mucho miedo, es rechazado en todos lados por la función que desempeña.

Es en ese momento que se da cuenta que vive en soledad, una vez, sentado en su trono, aburrido como de costumbre giro hacía el lado izquierdo imaginando un segundo trono y unas bellas manos descansando en los costados del respaldo. Rápidamente se deshizo de ese pensamiento pero regreso cuando comía solo en el comedor principal, le pareció ver esa misma figura sentada a su lado izquierdo acercando su mano a la suya y la quito sobresaltado, imaginarse esas cosas ya lo asustaba. Por días esa figura femenina la veía cuando se sentía triste o aburrido, talvez era una señal, necesitaba una reina.

Ya aceptaba la idea , mas el problema no era aceptar a una compañera , el problema y la pregunta del millón es ¿Quién quería ser la esposa del dios de los muertos? Sí , él no tiene la misma suerte de sus hermanos , tanto humanas , ninfas y diosas caen ante ellos , incluso el descarado de Poseidón le explico como seducir sirenas, en fin , ellos podían tener a quien quisieran pero él no, lo había intentado años atrás pero los humanos huyen de él , las ninfas también y las diosas ni lo voltean a ver , todos gritaban de terror al tener su presencia.

"Todo por el miedo a morir" pensaba él siempre , le encantaría que todos supieran que morir era lo único asegurado que tienen los mortales como los inmortales ya que nada es eterno.

En definitiva quería una compañera, lo difícil sería conseguirla, por ello le hablo a la única persona que lo ayudaría con la complicada tarea. Por la tarde mientras revisaba unos pendientes con unos de sus jueces Radamantis, un escandalo en uno de los pasillos le dio a entender que su hiperactiva amiga había llegado. Las puertas se abren con su típico escandalo, ya estaba acostumbrado, el único que grita en el palacio es él y cuando está molesto.

---¡Hola hermanito! ¿Me extrañaste?

Hades la miro sin expresión alguna aunque por dentro sí corresponde su alegría, la extraño mucho.

---Quita esa cara pareces un muerto.--- luego de eso se soltó a reír como loca , Radamantis se retiro de la sala y Hades se acerco a ella haciéndole gestos faciales para que se callará.--- buen chiste, bueno ya se que no vine en mucho tiempo pero estaba muy ocupada, ser esposa y diosa es complicado hasta para mi.

---Es bueno verte de nuevo, me alegra que estés aquí y si te hable es porque debo confesarte algo muy importante en lo que necesito tu ayuda.--- el dios camino a un ventanal seguido por la mujer.--- he decidido que necesito una compañera, quiero tener una esposa.

La Muerte y la Primavera| Un Amor RealDonde viven las historias. Descúbrelo ahora