Capítulo 21

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— Lalisa Manoban ¿Y la señorita Kim? —pregunto.

— Fue por un café hace más de tres horas y no volvió. —suspiré.

El doctor soltó una risa amarga.

— Cobarde.

— ¿Qué?

— La policía está afuera, seguro la vio cuando volvía y huyo.

No.

Yo confiaba en ella y en la promesa que me había hecho.

No podía haber huido, no sin mí.

Ella lo prometió.

— Mañana llegan tus padres, hasta entonces vas a estar aquí, en cualquier momento la enfermera va traer la cena para ti. Luego vas a dormir. Buenas noches Lalisa. —se retiró.

Mi cabeza formulo miles de justificaciones para Jennie. Ella estaba cumpliendo su promesa porque si volvía la policía nos iba separar y todo iba a acabar. Seguro estaba escondida y luego buscaría la manera de que nos juntáramos.

Quince minutos más tarde una enfermera entro. Me puso la bandeja sobre las piernas después de ayudarme a sentar.

— Una chica muy linda de ojos como gatito y cabello castaño me dio esto para ti. —me sonrió amablemente y luego me entrego un sobre.

—Muchas gracias. —murmure.

—No hay problema. Termine su cena, volveré por la bandeja más tarde para darle privacidad con la carta, con permiso. —me sonrió de nuevo y se fue.

Rompí el sobre desesperadamente y saque una hoja blanca doblada en acordeón.

"No te alarmes, la policía estaba ahí cuando volvía por eso no regrese. Me he enterado bien de la situación, Jisoo va llegar mañana para llevarte. En el aeropuerto, le dices que iras al baño. Nos encontraremos en el starbucks a cuatro calles.

Te quiero.

-Jennie."

Suspiré y me abracé al pedazo de papel. Lo que se tenía que hacer por amor.

Acabe mi cena lo más rápido que pude, la amable chica llego después y luego de darme las buenas noches se fue con la bandeja.

Cerré los ojos e intente dormir, pero no podía. Los nervios me ganaban. Empecé a contar borregos y poco a poco mis ojos se sintieron pesados. Caí en un profundo sueño.

Una enfermera estaba de espaldas haciendo quien sabe qué. Traía ese vestido blanco y el gorrito. Su cabello negro caía por su espalda.
La habitación estaba a oscuras. Era de madrugada desde luego.

—Señorita. —la llame.

Ella se dio la vuelta y mi corazón salió por mi boca entonces, figuradamente.

Esos ojos, esa estúpida sonrisa malvada. Belinda.

— Nos volvemos a encontrar Lisa. —sonrió.

— Lárgate, fuera de aquí.

—Te salvaste de una cielo, pero no de esta.

Se acercó a mí, Belinda me quito el medidor de latidos y se lo puso ella.

No maldita sea.

Intente luchar pero fue tarde, ella puso una almohada en mi rostro y empezó a asfixiarme.

—Hasta nunca. —susurro.

Mis extremidades se sintieron como trapo, ya no sentí la desesperación de asfixia, ya no sentía nada, estaba muerta.

—Lisa... Lisa... Lalisa...

Escuche mi nombre a lo lejos.

Desperté.

Estaba en mi habitación, no había ninguna loca intentando matarme. Era mi madre.

—Mamá. —murmure.

Ella me miro con decepción.

—Vístete que ya nos vámonos.

—Mamá yo...

—Mamá nada. Me fallaste Lisa, me fallaste y me heriste en lo más profundo. Ella era mi mejor amiga y tú te acostaste con ella. —sus ojos se humedecieron.

—Yo no solo me acosté con ella. —me sincere. —Yo me enamore.

—Tienes 17 años por dios. —rodo los ojos.

—Tu quedaste embarazada esa edad, te enamoraste de Papa aún más joven, no me digas que no me puedo enamorar a los diecisiete.

—Pero ella tiene 30. —exclamo horrorizado.

—Pero la quiero, así tenga 60. —las lágrimas empezaron a salir. —¿No lo puedes entender?

Mi mama negó con la cabeza.

—No, porque ella era mi hermana, eso se llama traición. Te espero en cinco minutos afuera. —abandono la habitación.

Caminaba al par de mi papá, mi mamá y mi hermana. Al parecer todos vinieron.

—Falta media hora para que salga el vuelo. —avisó mi papá.

—Quiero ir al baño. —dije.

Mi mamá soltó una risa algo rara.

—No soy tonta Lalisa.

—En serio necesitó ir.

—¿Entonces no vas a poner objeción en que yo te acompañe, con dos guardaespaldas?

Mierda.

Así no iba poder escapar, pero, no tenía que ser sospechosa.

—Claro que no.

—Bien.

Le ordeno a los guardaespaldas que nos acompañaran al baño. A penas puse un paso adentro me encerré en un cubículo.

La desesperación me gano.

¿En serio ya no la volvería a ver?

Las lágrimas no tardaron en salir. Realmente estaba asustada.

Después de pensar y pensar decidí pedir ayuda.

Salí del cubículo vacilante. Ahí estaba mamá tan hermosa y elegante como siempre. Con sus mallas de seda, su vestido blanco que apenas sobresalía de su abrigo negro y esos tacones de 14 cm.

—Mamá. —murmure con lágrimas en los ojos.

—¿Qué te pasa?

—Mamá yo no quiero irme, yo quiero estar con Jennie.

—Te dije que no. —dijo sin mirarme

—Mamá.

—¿Qué Lalisa?

—La amo.

—Lisa amar es algo muy...

—Amar es algo muy fuerte, muy intenso y muy grande. Lo sé. Sé que es amar y te juro mamá, te juro que la amo, te lo juro por ella.

—Qué lindo cariño, pero te dije que no.

En ese momento entro Janny que necesitaba ir al baño.

—Necesito salir de aquí. —murmuro para mí misma

Busco alguna salida y veo la ventana.

Bingo.

Me subí al lavamanos con lo menos ruido posible y en un salto suicida me colgué de la ventanita. Quité el seguro y la abrí.

—Esto es tan típico en las novelas, salir por la mini ventana del baño del aeropuerto, que romántico. —dije a mi misma.

Di un salto y caí al suelo. Suerte que el baño estuviera en el primer piso y con una salida a afuera.

Antes de cualquier cosa empecé a correr al starbucks lo más rápido que pude. A penas vi el letrero verde sentí un gran alivio. Lo había logrado.

Entre al establecimiento y entre las mesas vi a una mujer, de hermoso cabello castaño liso perfectamente desordenado con la vista a sus manos unidas sobre la mesa. Corrí hasta ella y sin previo aviso lo besé.

Me separe apenas unos centímetros aun con mis manos en sus mejillas.

—Te amo, te amo, te amo muchísimo Jennie.

Ella me miro con los ojos bien abiertos. Sus ojos se llenaron de lágrimas y una sonrisa apareció.

—Te amo princesa. —me beso.

—¿Qué vamos a hacer? —pregunte.

—Estuve pensando, tengo un amigo, se llama Kwon Ji-yong.

—¿Es de confianza?

—Claro. —acarició mi mejilla.

Dos horas después Jennie y yo esperábamos a Ji-yong en el recibidor. Un hombre alto, un poco bronceado pero conservado su piel palida, cabello un poco peculiar, pero con estilo apareció.

—Jennie. —se dieron un abrazo.

Al parecer si eran buenos amigos.

— Ji-yong necesito tu ayuda.

—¿Para que soy bueno Lindura? —sonrió.

Espera que?, lindura le dijo lindura, se pasó.

—Quieren meterme a la cárcel por enamorarme. —sonrió sin gracia. —Ella... —me señalo. —Ella es el amor de mi vida, pero tiene diecisiete años y no solo eso, también es hija de mi mejor amiga.

Ji-yong me miro.

—¿Tu eres Lalisa Manoban?

Asentí tímidamente.

La Mejor Amiga de Mamá (Jenlisa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora