Capítulo 25

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—Perdón Lalisa. —dijo Rosé.

La miré y supe que no podía molestarme con ella. Rosé no tenía la culpa de nada, todo había sido un mal entendido, aunque tampoco culpaba a Jennie por haberse puesto así, después de todo esa escena daba mucho de qué hablar.

—No importa. —le sonreí para tranquilizarla.

Aunque lo último que pudiera ahora fuese sonreír.

A poco tiempo ella agarro su ropa y se fue.

Yo me puse un vestido de cóctel color champan lo más rápido que pude y abandone la habitación.

En los escalones estaba sentada Jennie con la cabeza gacha. Me senté junto a ella.

Al sentir mi presencia alzó la mirada, sus ojos gatunos estaban cubiertos de lágrimas.

—Sólo dime porque. —murmuró. —Porque con ella, porque hoy.

—No es lo que piensas. —dije desesperada.

—¿A no? —rio en seco.

—Tenía mucho de qué hablar con Rosé y nos fuimos de la fiesta a un McDonald’s, cuando salimos un auto nos ensucio de lodo porque estaba lloviendo y Rosé se ofreció a traerme a casa a cambiarme. Ella se vistió en nuestra habitación y yo iba a hacerlo en la de Jae, pero ya sabes que la luz está fallando y no pude encenderla, Rosé entró y como estaba a oscuras tropezó conmigo y callo sobre mí, luego tu llegaste y nos viste.

—Quiero creer en ti. —me miró a los ojos. —Pero es que esa escena era tan... —guardó silencio.

—Por favor créeme ¿Acaso no te he demostrado que te amo? dejé mi vida, a mi familia, a mis amigos, desafié al mundo entero por estar contigo Jen, además eres la madre de nuestro hijo ¿Crees que en mi corazón o en mi cuerpo quiera a otra persona que no seas tú?

Jennie tomó mi mano y la apretó con fuerza.

—Creo en ti.

Con su mano libre acarició mi mejilla.

—Te amo tanto. —murmuré.

Ella sonrió entre lágrimas.

—¿Qué? —hice una mueca.

—Ahora eres legalmente mía.

No evite sonreír también al darme cuenta de ello.

—Soy tu esposa. —mordí mi labio. —Tú eres mi esposa.

—Ya no eres más Manoban. —suspiró. —Ahora eres Lalisa Kim.

No pude evitar que la piel se me pusiera de gallina al escucharla decir eso. Ahora llevaba el apellido Kim, ahora era legalmente su esposa. Nos unía además del alma y el corazón un documento, donde estaba escrito que en verdad ella era mía y yo suya.

—No puedo creer esto. —miré al cielo estrellado que me dejaba ver la ventana.

—¿Qué cosa? —preguntó.

—Hace unos cuantos años yo era solo una chica cuya única cosa que le preocupaba era la diversión, luego una mujer de hermosos ojos de gatito se presentó en mi casa y me robo el aire a la primera sonrisa, creí ciertamente en algún momento que tú eras un imposible, ahora, eres mi esposa.

—Nunca digas nunca.

—Te oíste muy cursi.

Jennie rodó los ojos y se hecho a reír.

—¿Volvemos a la fiesta Lili?

—Bien.

Salimos de la casa la lluvia ya había pasado y entramos al auto, le mandé un mensaje a Rosé diciéndole que volvería a la fiesta y que ya todo estaba arreglado, lo cual no recibí respuesta de su parte.

La Mejor Amiga de Mamá (Jenlisa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora