Capítulo 22

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—No tengas miedo. —sonrió. —Soy de confianza.

—¿Entonces?...

—¿Ya te denunciaron?

Jennie asintió.

—Y los Manoban ahora deben de estar buscándola hasta en el fondo del mar.

—Mira, el lugar que les puedo ofrecer es en Italia, es una casa amplia, muy amplia, la compre para demolerla y construir una propiedad en ella, pero conseguí algo mejor y esa propiedad tiene años sin uso alguno. Puedo conseguirte trabajo en un bufete de una amiga mía ahí mismo y, además, como sé que no podrán salir del país, les presto mi jet.

—Gracias amigo. —dijo Jennie dándole un gran abrazo casi en las lágrimas.

—En verdad muchas gracias señor Kwon.

—Llámame Ji yong, Lalisa. —me sonrió.

(•••)

El cielo italiano me lleno por completo. Mire la hermosa Roma con admiración. Había estado aquí hacia menos de un mes, pero en verdad jamás imagine que viviría aquí.

—¿Te gusta mi amor? —me pregunto Jennie.

—Me encanta Jen.

—Bien porque desde ahora será nuestro hogar.

Ya habíamos llegado a la hermosa Roma, Italia. El taxista estacionó frente a la casa. Dios mío, no me podía creer lo hermosa que era. Enorme, quizá más que mi casa en Miami.

Tenía un jardín delantero pequeño, aunque el césped y las flores estaban secas tenia potencial. Esta tenía un enrejado de herrería blanco. Unas escaleras de piedra que daban a una puerta enorme de dos piezas. Todo era enorme.

La pintura azul se estaba cayendo, la puerta de madera parecía como comida por insectos y las ventanas oxidadas. Estaba descuidada pero sin duda tenía mucho potencial.

—Tal vez este descuidada pero a penas consiga algo amor te prometo que...

—Me encanta. —lo abrace. —A penas y me puedo creer que aquí vayamos a criar a nuestros hijos, dios mío Jennie la casa es perfecta.

Jennie sonrió.

—Me alegra que te guste Lili.

—No me gusta, me encanta. —me apreté más a ella.

—Ahora vas a ser una ama de casa. —beso mi pelo.

Jennie saco un manojo de llaves de su bolsillo y luego de intentar con varias dimos con la de las la reja. Subimos las escaleras y fue otro caos encontrar la llave de la puerta.
Pero cuando las puertas se abrieron comprendí que todo había valido la pena.

Desafiar a mi mamá, huir, todo ahora tenía sentido. Y era duro saber que probablemente no vería más a mi familia y amigos y que ahora tenía que empezar de cero. Pero nunca nadie iba remplazar los momentos locos con Rosé, ni los consejos de Somi, ni nadie me iba a hacer rabiar como Janny.

Y sobre todo y a pesar de haberme querido separar de Jennie, Kim Jisoo siempre iba a ser mi maravillosa madre.

Estaba parada aquí contemplando este maravilloso lugar en el que en algunos años iba ver crecer a mis hijos. Los iba ver correr por este suelo, y eso realmente era maravilloso. Pero nada, absolutamente nada se comparaba con esa sensación de saber que aquí mismo, iba envejecer y crear los mejores recuerdos con el amor de mi vida.

—¿Lista? —me halo de la cintura.

—¿Para? —pregunte confundida.

—Para empezar a vivir el resto de tu vida.

Comprendí la frase luego de unos segundos. Aquí empezaba todo, aquí empezaba mi verdadera vida.

(•••)

3 años después...

Desde ahí en mas no hay mucho que contar, a pesar de que ningún acontecimiento importante sucedió, tres años después nuestra vida marchaba de maravilla.

Jennie ahora pertenecía al bufete de abogados más grande de Roma. Y después de haber ganado todos los casos, pudimos echar arriba la casa. Fue un coas que Ji yong aceptara el dinero que le dimos por ella, el decía que era un regalo, pero no la podíamos considerar nuestra hasta no pagar.

Era una casa grande.

Nada más y nada menos que diez habitaciones. Una cocina amplia, la sala, un cuarto de juegos y el ático. El jardín trasero era gigantesco. Como toda ama de casa conservaba el césped verde y las flores vivas. Una piscina enorme circular estaba justo en el centro.

Ahora tenía veinte. Y aunque, muchos vieran mal una relación entre una mujer de veinte y una mujer de treinta y tres, no había fuerza humana o no humana que pudiera separarnos. La amaba muchísimo, estaba convencida de ello.

El despertador sonó avisando un nuevo día, mire a mi lado a Jennie dormida. Sus hermosos ojos estaban completamente cerrados al igual que esos labios carnosos que tanto amo. Su cabellera ahora una poco más corto que antes, estaba toda despeinada. Como no luego de la noche que habíamos pasado.

Me levante con las sabanas encima, recogí del suelo mi ropa interior y mi pijama y me vestí lo más rápido que pude, me puse mi bata encima y las pantuflas. Arregle mi cabello y luego desperté a Jennie.

En estos tres años había descubierto que era imposible que ella se despertara por si sola con el despertador. La rutina era simple, yo me despertaba y luego la despertaba a ella.
Mientras se duchaba yo baje a preparar el desayuno.

—Hola amor. —beso mis labios cuando bajo.

Su desayuno estaba listo y servido y ella portaba un impecable traje de negocios.

—Hola. —sonreí a medio beso.

Nos separamos y tomamos asiento.

—¿Cómo va todo?

—Excelente, el caso esta ganado.

—Eres la mejor abogado de todo Roma.

—No exageres. —rodo los ojos.

—No exagero, es la verdad.

— Todo se lo debo a Ji yong que me enseño todo lo que se.

— Cierto, una chica que estudio moda y paso hacer la mejor abogada de Roma. —dije mientras me sentaba frenté de ella y tomaba su mano por sobre la mesa.

Ella sonrió mirando nuestras manos unidas.

—Amor te tengo un regalo. Te lo daré por la tarde que llegue.

Y si todo marchaba bien, yo también tenía algo para ella.

Media hora después ella se marchó, apenas vi su auto desaparecer por la calle subí a mi habitación y me prepare para mi cita.

Me preguntaba porque le había dicho que no a Jennie cuando me ofreció comprarme un auto. Ahora tenía que ir en taxi.

El taxista aparcó frente al lugar, le pedí que me esperara, esto sería algo rápido.

Subí por el elevador hasta llegar al piso indicado. La mujer me recibió con una sonrisa.

—Buenos días, soy Lalisa Pranpriya Manoban y vengo por los resultados de inseminación artificial.

La mujer busco algo en la computadora, luego saco un sobre y me lo entrego.

—Aquí tiene que tenga buen día. —me dio otra de esas hipócritas sonrisas de "odio mi trabajo"

A penas le di su paga al taxista corrí dentro de la casa.

Me lancé al sillón y despedace el sobre.

Ignore todas las absurdas letras y me centre en lo importante.

Positivo.

Mis ojos se llenaron de lágrimas, quizá cualquier otra chica normal de veinte estuviera asustada, después de todo en algunos países a los veinte ni siquiera eras mayor de edad. Pero yo no era normal.

Jennie llego alrededor de las tres. Extraño ya que ella siempre llegaba a las seis.

—Prepárate para algo como un picnic. —fue lo único que dijo antes de meterse al baño.

Me puse un vestido azul junto con unos lentes, unas zapatillas blancas y un maquillaje natural.

Jennie salió con unos pantalones negros rasgados en las rodillas, una camisa de rallas blanco con negro y sus botas negras.

—Te ves hermosa como siempre. —tomo mi mano. —Vamos.

Jennie condujo y condujo hasta las afueras de Roma. Me llevo a una hermosa playa donde tenía un picnic preparado.

Cuando el cielo se tiñó de colores violetas, naranjas y rojos sin perder el perfecto azul Jennie hablo.

—Mira fijamente allá. —señaló un lugar donde el azul resplandecía.

Una avioneta se acercó, empezó a volar dejando ver un gran cartel que tenía escrito con letras grandes "Cásate conmigo" amarrado en el ala.

Y después de un millón de "Si" oficialmente estábamos comprometidas.

Volvimos a casa cuando el cielo se puso negro, juntas en el sillón de la sala mirando televisión aun no sabía cómo darle la noticia.

—Si es niño me gustaría llamarlo Leo, aunque lo pienso porque quizá y es un loco por el control, si es niña tal vez Ella. —me encontré diciendo.

—¿Qué?

—Olvide decirte que estoy embarazada.

La Mejor Amiga de Mamá (Jenlisa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora