𝗦𝗚 ☨ CHICA GORRIÓN.
Donde una pelirroja de ojos heterocromicos especiales y superpoderes inimaginables, es condenada a reevivir su adolescencia cuando una misión secreta sale mal.
Sin imaginarse que años después, una familia disfuncional traería c...
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—¿QUÉ SABES DE LA paradoja del abuelo? —le preguntó el pelinegro a Lila, interrogante.
—Bueno, leí los mismos manuales que tú —dijo ella con simpleza—. ¿Por qué?
—Está sucediendo.
—¿Bromeas?
—Dame tu maletín —exigió Cinco.
Alessandra los escuchaba atentamente, aunque sin entender del todo de qué estaban hablando.
—¿Se trata sobre la desaparición de personas? —cuestionó con duda.
—No sabía que ya habían comenzado a desaparecer —le respondió el menor—, pero sí, tienes razón...
—Alessandra.
—Alessandra... —el chico saboreó el nombre por varios segundos, y pensó que le quedaba de maravilla. ¿Acaso era algo normal que te gustara alguien así de rápido? Tal vez, pero eso ya no le importaba demasiado—. En fin, debo ver a Herb y averiguar cómo dejó que todo esto se complicara.
—Ahí, junto a mis bragas. Lánzamelas, ¿sí? —Lila fingió un puchero, haciendo que Cinco caminara hacia allí y se las aventara en el rostro.
Pero no pasaron ni tres segundos para que el pelinegro hablara de nuevo.
—Lila... ¿por qué tienes dos maletines? —los levantó.
—Uno es tuyo. Se los robé a ustedes —señaló a la pelirroja—. Adelante. Inténtalo.
—Sparrow —llamó cinco—, quiero que vengas conmigo.
La menor frunció el ceño.
—¿Por qué?
—Si cinco —el tono de Lila era algo sugerente—, ¿por qué?
—Bueno, es obvio que al momento de pelear tienes unos reflejos excelentes, además de que tu escudo nos servirá en algún momento —extendió su mano en dirección a su "enemiga"—. Vamos.
—¿Qué pasará si me niego? —preguntó ésta, retandolo.
—Todo lo que conoces acabará y por lo poco que sé, estarás arrepentida porque pudiste hacer algo y...
—Bien —aceptó ella de mala gana, soltando un sonoro suspiro y haciendo su cabello hacia atrás—. ¿Qué hago?
—Dame tu mano.
—Y si... ¿mejor toco sólo tu hombro?
—Eso no funciona —dijo determinado.
—Cinco...
—Cállate, Lila.
La pelirroja se acercó a él con lentitud, y acatando su orden, se sintió extraña al no sentir la incomodidad que ella pensaba.
