𝗦𝗚 ☨ CHICA GORRIÓN.
Donde una pelirroja de ojos heterocromicos especiales y superpoderes inimaginables, es condenada a reevivir su adolescencia cuando una misión secreta sale mal.
Sin imaginarse que años después, una familia disfuncional traería c...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
AL DÍA SIGUIENTE, Alessandra ni siquiera podía levantarse de la cama.
Todo a su alrededor daba vueltas, y tenía ganas de devolver lo poco que había ingerido la noche anterior; supuso que fue algo relacionado con la comida, porque Cinco se encontraba de igual manera cuando despertaron.
—¿Ángel? —al castaño le costó ponerse de pie, pero lo logró, por otro lado, su chica ni siquiera podía abrir los ojos correctamente.
—Me siento muy mal... —confesó ella en un susurro, notando que las retinas le ardían, como si hubiera estado picando cebolla todo el día. Puso las manos alrededor de su rostro, para que la luz no le molestara tanto al mirarlo.
Cinco tenía el cabello revuelto y desaliñado, su rostro estaba totalmente pálido, y enormes ojeras cubrían sus ojos verdes.
Si él se veía de esa forma, ella debía estar peor.
Pero eso a él no pareció importarle, porque soltó un sonoro y cansado suspiro, antes de acercarse a ella.
—Iremos directo al trabajo, y le diré a Derek que te lleve algo para el dolor, ¿de acuerdo?
Alessandra asintió con pesar, consciente de que debía hacer un esfuerzo para cumplir sus responsabilidades.
—De acuerdo.
—Bien —asintió Cinco con cuidado—. Te ayudaré.
La tomó de las manos para que pudiera levantarse, lográndolo a los pocos segundos; pasando rápidamente un brazo por debajo para rodear su cintura, y dirigirla al baño para que cumpliera su rutina.
—¿Se supone que vas a bañarme? —logró bromear la pelirroja, al observar como el chico la apoyaba en el lavamanos un momento para abrir la llave, y posterior a eso, hizo lo mismo con las de la regadera, nivelando el agua.
—¿Quieres que lo haga? —respondió de igual manera, mirándola de reojo—. Porque a mí no me molestaría.
Alessandra sonrió, negando con la cabeza levemente antes de darse media vuelta y dejar que sus manos se llenaran de agua.
—Tal vez en otro momento —murmuró, para después dejar que el líquido entrara en sus ojos, y los aliviara un poco.
Repitió el proceso dos veces más, y suspiro con alivio al darse cuenta de que ya estaba mejor, alzó la mirada al espejo, y soltó un fuerte jadeo cuando se dio cuenta de su aspecto.
