𝗦𝗚 ☨ CHICA GORRIÓN.
Donde una pelirroja de ojos heterocromicos especiales y superpoderes inimaginables, es condenada a reevivir su adolescencia cuando una misión secreta sale mal.
Sin imaginarse que años después, una familia disfuncional traería c...
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CUANDO LLEGARON asu destino, Alessandra sintió como un mal presentimiento comenzaba a invadirla.
—¿Qué hacemos aquí, Cinco? —cuestionó en un susurro, temiendo que los motociclistas que ya los miraban quisieran matarlos.
Por supuesto que no les harían daño, su miedo era el descontrol.
El lugar ya de por si daba mal rollo con su nombre: Madres de la Agonía.
—¿Acaso noto temor por unas simples personas, ángel? —el tono de voz del pelinegro tenía algo de burla.
—Tengo miedo por ellos —y era verdad—, además, aún me siento extraña al escuchar que me llamas por el apodo del viejo tú; aunque supongo que me acostumbraré.
El adolescente sonrió, tomándose la libertad de tomar la mano de la chica para que no se separaran.
—De todas formas morirán, así que mejor entremos.
Caminaron entre varias miradas juiciosas hasta lograr pasar, subiendo unas pequeñas escaleras para llegar al piso principal.
"Hora infeliz. $3 en bebidas nacionales".
La pelirroja hizo una mueca al observar aquel cartel, pero se concentró en los nuevos ojos lujuriosos que la observaban con atención, sentía asco.
—¿Qué hacen aquí, niñatos?
La gente comenzó a burlarse, sin saber que a los chicos les importaba un comino lo que decían. El olor a cigarro y alcohol podía detectarse desde afuera.
Se detuvieron ante una puerta de madera, la cual tenía una estrella en el centro con una frase grabada: solo miembros.
—Aquí es —la voz de Cinco indicó que aquí se encontraba el dichoso sujeto.
—Pues no perdamos el tiempo —Alessandra abrió la puerta, adentrándose primero.
Observó el lugar, solo había tres personas adentro, entre ellos, y el que más la sorprendió, un amigo muy conocido.
—He estado buscándote —anunció el chico a su espalda, llamando la atención del chimpancés.
Los miró con extrañeza, en especial, a esa pelirroja que casualmente, estaba más pequeña de lo que recordaba.
—Pogo...
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