Capítulo 31 | Primera parte

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La isla Marte es enorme ante mis ojos, al frente se puede ver la pequeña ciudad que habita el lugar y detrás de ellos un enorme volcán inactivo cubierto por la naturaleza.

En la costa hay un muelle de madera, el lugar tiene diversos barcos pesqueros que nos saludan cuando nos ven llegar. De a poco toda la escuela va saliendo de sus camarotes, miran el mágico lugar con una sonrisa enorme.

Cuando el ferry llega hasta el muelle me doy cuenta que a nuestro costado hay una plataforma angosta y larga, su límite es un salto al mar. Había visto mucho de esto en películas. 

— ¡Con cuidado! —grita el señor Foster.

Tardamos como quince minutos en bajar todos los estudiantes junto a los equipajes, aquí y allá se ven a maestros guiando a todos.

El muelle termina en el piso marginal que es pavimento con pintura verde, más allá nos encontramos de frente con un mercado al aire libre, la gente nos saluda felices. Algunos hacen manualidades como recuerdos, en su mayoría venden pescados, pero lo que me llama la atención son las señoras que se ven rodeadas de frutas. Entre las frutas hay bananas, piñas, y otras frutas tropicales; sin embargo domina el verde y el café. Hay peras donde mire y también kiwi, el lugar luce verde gracias a eso.

— ¡Bienvenidos a Marte! —dicen los mercaderes al vernos pasar y se ríen, supongo que es un chiste privado.

— Tengan, niños —Nos dice una señora de mediana edad, a algunos nos regala peras.

Por una hambre creciente le doy una mordida, sabiendo que luce demasiado verde para estar madura. Grande es mi sorpresa cuando al morder la siento deshacerse en mi boca.

— ¡Está delicioso! —Le dice Megan a Jasper, vienen detrás de Joshua, Susan y de mí.

Después de eso subimos unas largas y angostas gradas de madera, la mayoría trae con cierto cansancio su equipaje. Los maestros encargados se muestran agotados, pues guiar a 325 estudiantes es algo difícil.

— Ánimo, niños —nos dice la maestra Doyle, dejándonos consternados por ver la primera muestra de cariño de su parte.

Isaac la ayuda al ver que apenas carga una mochila enorme de excursión y sus maletas en mano. La mayoría tiene la frente perlada por el sudor, pero lucen fascinados y alegres con el lugar.

Cuando por fin dejo atrás el último escalón, me topo con una gran ciudad que se extiende a lo largo de la isla, parecía pequeña de lejos. Las calle están perfectamente pavimentadas, hay casas, restaurantes y distintos tipos de negocios. Lo que me deja anonadada es que todo el lugar tiene mucha variación en cuanto colores vivos, es hermoso de ver.

— He oído de la isla Marte, pero no sé mucho de ella —Le comento a Joshua, él asiente afirmando que me escucha—. Nunca he escuchado un nombre tan peculiar para una isla como "Marte", ¿por qué lo escogieron?

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