Capítulo 24

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Me encontraba sentado en la cima de la colina donde ella me enseñó a contar las estrellas. Pensando en cuanto deseaba poder salvarla de la tristeza que la estaba consumiendo. ¿Valía la pena?

¿Vale la pena poner alma y corazón en alguien? Cuando ese alguien desea entregarle a otra persona ambas cosas de tan alto valor. 

Estaba dispuesto a que tomara mi mano, pero ella no tenía pensado recibirla. Quería salvarla, pero no había de qué o ella nunca necesitó serlo.

¿Acaso me lo pidió? Nunca. Yo solo asumí cosas y dolores que no tenía la necesidad de llevar. El lado masoquista, que todo ser humano tiene, apareció en mí cuando sentí un poco de amor.

La tarde da paso a la noche, dejando mil matices detrás. Las estrellas surgen en el cielo, como reclamando que es suyo ahora.

Saco mi cámara fotografiando cada cosa, haciendo lo posible por distraerme. El paisaje es hermoso, desearía que estuviera a mi lado para qué también lo observara. Duele, es extraño como siento un orgullo y una ira inmensa.

Probablemente mientras yo iba diciendo que era mi novia, ella le explicaba a Haden que lo nuestro era falso. Mientras yo creía que ya lo estaba dejando atrás, a ocultas lo observaba anhelando estar con él.

¿Pensaría en mí alguna vez?

Arriesgué todo por nada. Talvez si me hubiera contado todo, el golpe habría dolido menos. Hubiera sonreído mientras le decía que todo estaba bien. Sin embargo, con lo que ví, todo indica que iba a estar ciego durante un largo tiempo.

Observo las estrellas y, recordando lo que me dijo, comienzo a contarlas.

Por cada número que digo a cada estrella, les pido que me ayuden a olvidarla. ¿Tanto así te enamoraste corazón?
Cuento miles y me convenzo de que tendré que contarlas todas para poder aceptar que ya no la quiero.

¡Imposible!, grita algo dentro de mí.

Comienzo a reírme solo, mientras arrojo lejos la foto que le tomé cuando dibujaba los azulejos la primera vez que estuve aquí.

Bebo un largo de trago, para después entender que es hora de marcharme. El sol ha vuelto a parecer en el horizonte, ahora anuncia el amanecer.

Aunque desde hace varios años que no hay un amanecer para mí.

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— Las cosas han cambiado desde que te fuíste —dice C. J.

C. J. Quedó a cargo de nuestro grupo en el momento en que decidí alejarme de ellos. Sus vicios dejaron de ser lo míos. Estoy en deuda por que me ayudaron a salir de algo, y aún me defienden.

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