Capítulo 39

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S  K  Y

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S  K  Y

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Siento el peso del día aplastar mi emergía a medida que avanzan las horas. Recordando lo que pasó en la mañana comienzo a pensar si él y yo deberíamos seguir juntos. Es apenas el comienzo y los problemas surgen desde cada esquina, me siento enferma con eso. La ansiedad me está consumiendo y la sombra de la tristeza se aproxima con rapidez.

Sus dudas me matan, la idea de que no lo merezco nace dentro de mí a pesar de que sé que estoy mal. Esta vez el equivocado es él.

He pensado toda la tarde en como se enteró, quién le contó. Es imposible, pues nadie en esa casa lo sabe. Haden nunca le diría nada y yo tampoco se lo he dicho a nadie.

Dejo esos problemas atrás cuando comiendo a preocuparme por Susan, no vuelve y ambas sabemos que no está con su madre. Le aviso a Ryan que iré a buscarla, a pesar de que quiere acompañarme lo tranquilizo y  casi le obligo a quedarse. Él no puede saber a donde va Susan en realidad, le ha tomado mucho cariño y no quiero arruinar eso.

Por fin llego a la casa vieja donde está ella, dudo en entrar. No sé lo que vaya a ver ahí o si me incumbe. Me escondo detrás del árbol de siempre y pasan unos diez minutos sin que nadie salga. Entonces me acerco un poco más y noto un objeto café en la entrada. Mis ojos se hacen una fina línea intentando ver qué es, se me hace parecido a un bolso.

— Piensa, piensa —susurro.

Un día vi a Susan salir con un bolso, pero no estoy segura de si era café.

Aquello me hace sentir nerviosa, ¿se le habrá caído?

Envío al fondo mis temores y camino directo hacía allí, quizá haya entrado en la zona de peligro. Ahora era visible ante cualquier cosa, corría el riesgo también.

Cuando me inclino a recoger el bolso aún dudo de que sea de Susan, al abrirlo  veo varios pañales pequeños dentro. Eso me alivia, en definitiva no puede ser de Susan.

Las comisuras de mis labios se elevan en una pequeña sonrisa y entonces el espacio se inunda de un grito desgarrador que viene de ese lugar. Mi corazón quema, esa es la voz de mi amiga.

Arrojo el bolso a un lado y no dudo ni por un segundo en correr hacía allí. Mis piernas se vuelven ágiles, mis sentidos se agudizan apenas estoy cerca. La casa es de una sola planta, pero muy grande. Tiene una puerta semiabierta, la cual abro con cuidado y delante de mí hay un pasillo oscuro. Camino con cuidado, comienzo a escuchar sollozos y risas, no hacen más que poner mi alma a temblar.

— Dámelo, por favor —súplica esa voz, la voz de Susan.

Mi corazón late al borde de un ataque, mis piernas tambalean y siento un nudo formarse en mi garganta. Saco mi celular del bolsillo e intento escribirle a Jasper, pero mis manos están temblando.

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⏰ Última actualización: Jan 03 ⏰

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