Capítulo 5

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No todo sería perfecto, lo entendí en el momento que apareció Jasper.

Rebecca insistió en que no le tomara importancia. Y Haden, a quién me cuesta dejar de tratar de "usted", me dijo que hablaría con él.

Me dejaron junto a Layla y Rebecca, quienes ahora me llevan a las habitaciones de arriba. Apenas termino de subir las escaleras, veo un pasillo largo, nosotras nos dirigimos a la parte derecha. Veo dos puertas vecinas, y una al final del pasillo.

— Está es mi habitación. —dice Layla; refiriéndose a la puerta de la izquierda.— Becca es mi vecina. Créeme, tiene buen oído así que no intentes traer a ningún chico.

— O terminarás como Isaac en San Valentín. —Rebecca mira molesta a la rubia. Mientras mi actitud insegura me convence de no comentar nada.— Como te habrás dado cuenta, la habitación al final del pasillo es tuya.

Les sonrío a ambas agradecida, muy agradecida.

Mis esperanzas eran pocas, ni en un millón de años me imaginé que alguien como Haden existiera. Menos que podría vivir en esta casa tan bonita.

Cuando las chicas me acompañan a abrir la habitación, me quedo sin aire. Es enorme, demasiado para mi. Es algo sencilla, sin muchas cosas, pues, es obvio que nadie la ocupa y no tenían necesidad de decorar. Pero aún así luce sencilla y hermosa a la vez.

— Haden y los demas nos hemos encargado de mantener limpio todo, y hemos hecho turnos para limpiar las habitaciones desocupadas. Así que está en perfecto estado.

Hay una ventana con un balcón, es lo segundo que me quita el aliento. Siempre me pregunté como era vivir en una casa como esta. Casi lloro al ver un armario blanco y enorme, donde se que solo voy a ocupar la cuarta parte de espacio. Tiene un raro espejo adherido, donde una chica enferma, triste y delgada me devuelve la vista.

La cama es demasiado grande también, la sabanas parecen de algodón y de la mejor calidad. No lo podría saber, las que tenía en casa eran retazos de tela. Me es imposible no desear acostarme allí. Al acercarme lo compruebo, toco lo suave que es y mi mano se hunde a la mínima presión.

Las paredes son de color marfil, igual que la parte exterior de la casa. El piso es de parqué, lo cual le da un ambiente más pacífico y elefante a todo. De hecho todo aquí parece ser decorado para mi. Aún no sé si la paz que siento es por la habitación, o el saber que tengo un lugar donde quedarme.

— Y tiene un buen sistema para escoger la temperatura de agua a tu gusto... —Rebecca sale donde creo; parece ser el baño. Pero se da cuenta de que no le he puesto nada de atención.

Ella solo sonríe, ni siquiera se molesta por mi falta de respeto.

— Creo que necesitas un poco de espacio para asimilar todo. —Se acerca a mi y me da otro abrazo.— Siéntete como en tu casa.

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