Capítulo 34

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La canción expresa este capítulo, es preciosa y la letra lo es todo. Recomiendo leer con "Secrets" de fondo. Y gracias a One Republic que son una de las principales melodías de este libro.

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La mañana llega con culpa, resaca y dolores de cabeza. En la cabaña donde me hospedaron hay un montón de quejas sobre haberse puestos borrachos la noche anterior. Agradecemos que sólo fuimos los de último año y que los más pequeños se fueron a dormir lo suficientemente temprano para no ver nada.

Salgo de la cabaña y encuentro a Haden casi discutiendo con la maestra Doyle y una de las guías.

— ¡Creí que habría una actividad sobre acampar! Cargué con esas cosas todo el viaje —Es la primera vez que veo a Haden quejarse de algo.

— Les pedíamos eso por que creí que no serían suficientes cabañas para ustedes, pero como alguien ordenó que los alumnos durmieran amontonados, pues... —dice Dennis como tirando la indirecta.

— ¡Es todo! No se puede hacer nada, estoy segura de que el hotel nos brindará a alguien para ayudarnos a llevar todo ese peso hasta el ferry el día mañana —Devuelve el golpe la maestra Doyle, casi ganándose mi admiración.

Haden y la guía se callan. A pesar de que Haden está molesto, por su esfuerzo en vano, le gusta la idea de la ayuda. A la guía le parece estupendo para calmar la marea. Al cabo de un intercambio de palabras quedan más contentos con el trato.

— La última actividad será ir a las cuevas marinas, pero son demasiados estudiantes para llevarlos al mismo tiempo. Hemos dividido al personal en tres equipos, para que los turnos sean ahora en la mañana, luego en la tarde y... el último sería en la noche —informa buscando una solución—. El problema es que queda lejos y sería difícil volver para el último grupo, mañana parten de madrugada y no lograrían ver la última excursión.

Otros maestros se unen, hablan y proponen ideas. Yo me siento en una banca cerca de la piscina a escuchar, hasta que se me ocurre algo.

— A menos que el último grupo pueda acampar —sugiero sabiendo que el último grupo son los dos últimos años de preparatoria.

Los maestros, la guía y su abuela gerente voltean a verme.

— Sólo digo —Levanto mis manos inocentes y los adultos se miran entre ellos.

— Lewington, no sea  irrespetuoso. Es una reunión de adultos. Vaya a despertar a las cabaña 30, 31 Y 32 —dice la Maestra Doyle con severidad.

Me alejo unos pasos y sonrío al escucharlos debatir sobre mi idea.

La cabaña 30 es la mía. Le pido prestado una trompeta a un alumno de segundo y con eso avanzo hacía el lugar.

— ¡Arriba, gusanos! —digo sintiéndome el profesor Carter.

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