Capitulo 8.
Estaban en la Ciudad Tallada, Eco lo sabía, después de unas horas que había regresado a su casa, donde había estado viviendo antes de que Rhys la llevará a Velaris.
Se bañó y cambió por un vestido morado metálico liso como la seda, que si le quedaba bien de su escote, pues ella los había hecho a su medida, también se puso un velo del mismo color pero de encaje.
Se dirigió al "calabozo" donde sabía que se encontraban todos, interrogando al único sobreviviente vivo, con ayuda de su glamour cubrió su olor para que nadie la previniera y también con su poder logró pasar desapercibida.
Cundo llegó escucho la voz de Rhys.
—¿Por qué atacaron a miembros de mi Corte en el pantano de Oorid?
Vio a Azriel apoyado en la pared con una espada llena de sangre en su mano.
Cuando llegó al lugar Azriel se tensó pero no hizo nada para detenerla de entrar.
Se quitó el velo y habló con una calma inquietante.
—No te molestes, no dirá nada.
Rhys la volteó a ver bruscamente.
—¿Dónde estabas? —preguntó sonando un poco preocupado y eso le removió el corazón a Echo.
Se encogió de hombros. Dirigió una mirada a los soldados y encontró a dos de ellos. Como si Azriel percibiera la pregunta le contestó.
—Rhys encontró a otro sobreviviente ahí cuando regresó.
Ella asintió pero no lo miró, seguía sin poder mirarlo.
—Son como perros rabioso, perdidos en la cordura —comentó Feyre y miró a Echo con una mirada interrogativa.
—También lucharon como ellos —dijo Cassian—. Sin inteligencia, sólo con deseo de matar.
—Lo son. Cuando me adentre a su mene estaba cegada, como cubierta por una capa de poder. Sin suda proveniente del poder de La Corana —habló Eco.
—Entonces están bajó un hechizo de Briallyn o Koschei —preguntó Feyre—. ¿Esta bien hacerles daño de esta forma?
La forma en que preguntó fue un golpe duro para Eco.
—No. No lo está. —Rhys dijo mirando a Eco.
Eso la molestó.
—Les ayudé, justo como lo prometí.
—¿Si quiera intentaste ayudarlos? No sé, tratar de disipar la magia que encarcelaba sus mentes —preguntó Rhys.
Eso despertó una furia en ella, Azriel notó como uno de sus ojos brillaba de un color dorado y el izquierdo era de un azul metálico poderoso, opacando el violeta al que ya se había acostumbrado.
Se acercó a Eco con pasos lentos.
—¿Ayudarlos? —preguntó con burla—. Todavía no lo entiendes, no te preocupes no espere que lo hicieras. Pero veo que a pesar de todo lo que has vivido tu mente sigue un poco ingenua.
Tan pronto como brotaron sus palabras se arrepintió, el había sufrido, mucho.
¿Quién era ella para hacer menos ese dolor?
—Así que así es como solucionas las cosas —preguntó Rhys con furia también—. Simplemente vas por ahí y matas a cualquiera que se te atreviese, ¿Cómo un bogge o un naga?
Quería disculparse pero nada salía de sus labios, y antes de que otra cosa hiriente saliera de sus labios se fue del lugar, salió sin mirar a nadie más y poniéndose el velo en su rostro
Las palabras de Rhys le escocieron muy dentro de su alma, esas criaturas eran monstruos, que en efecto disfrutaban de matar sin importar quien fuera, cualquiera que se les atravesase. El tenía razón ella era un monstruo.
Una mano se cerró alrededor de su muñeca y la jalaron haciendo que chocara contra el pecho de alguien.
Azriel.
Antes de que si quiera pudiera soltarse y huir, el se tamizó llevándola con el.
Aparecieron en la casa del viento en una habitación que por el olor supo que esta era la habitación de Azriel.
—¿Por qué me trajiste aquí? —ella preguntó fríamente.
—Quiero saber que ocurre —Azriel inhaló antes de hablar, como si tuviera miedo de como iba a reaccionar.
—No ocurre nada —respondió seca, evitando su mirada.
—Mírame —susurró Azriel pero cuando ella no hizo caso la tomó de la barbilla entre su dedo indice y pulgar y la obligó a mirarlo—. Dije: Mírame.
La orden y el anhelo en sus ojos la desarmó y si sin poder evitarlo las palabras salieron de su boca sin previo aviso.
—Él tiene razón. Soy un monstruo.
Azriel negó con la cabeza. —No no lo eres.
—No lo entiendes. Ni siquiera se me ocurrió la idea de ayudarlos a salir del control, simplemente los maté.
—Eco...
—Toda mi vida a sido así, actuar primero antes de que ellos actúen antes que tú y mueras. Eso fue lo que aprendí y he conseguido sobrevivir por eso.
—Eco tu nos salvaste.
—Lo sé y no me mal entiendas, tu estabas herido Azriel, no me arrepiento de nada, sé que lo volvería hacer sin siquiera pestañear. Pero eso me convierte en la villana y no importa, si con eso podré salvarte, pero a ti si te importa y a Rhys también.
—Eco, yo no soy el héroe que crees que soy, también he cometido muchos errores y matado a muchas personas, entre ellas inocentes. Y créeme cuando te digo que cargo con cada una de ellas.
—Pero tu lo hiciste para salvar a tu familia, por que los amas.
—Y tu acabas de salvarme a mi y a Cassian.
—Es la primera vez que hago algo que no sea para salvarme a mi misma.
—Porque no tenías a alguien por quien luchar, pero ahora lo tienes, me tienes a mi. Luchemos juntos por esto —tomó una de las manos de Echo y la puso sobre su pecho, justo donde latía su corazón y él puso la mano en el pecho de ella.
—Juntos —repitió.
—Si. Ambos aprenderemos a perdonarnos a nosotros mismos.
—¿No te importa que sea de otra dimensión?
El suspiro una risa. —Eres mi compañera —era la primera vez que lo decían en voz alta—. Te he esperado por más de 500 años, no me importaría incluso si tuvieras un tercer ojo.
Ella soltó una carcajada, pero esa carcajada se fue apagando hasta que en voz baja dijo:
—No era la primera vez que visitaba el pantano, en mi mundo también existe y es igual de horrible. Sam, el tipo que me estuvo cuidando durante todos estos años, me llevaba ahí para que aprendiera a manipular mi poder de controlar a los muertos. Hacía que me hundiera bajo el agua, muchas veces estuve apunto de morir pero lo lograba, y lo hice unas cien veces hasta que se me quitó el miedo de utilizarlo. Me acostumbre tanto a la muerte que ya ni siquiera le tenía miedo, ni a matar. Un día Sam me dijo que el miedo es lo que me hacía diferente de los que asesinaron a mi familia. Pero era demasiado tarde yo ya había perdido ese miedo, pero todo cambió cuando...
—Ayer sentí tu miedo y después tu dolor, por primera vez en muchos años tuve miedo otra vez, miedo de que te pasará algo —con una mano ahueco la mejilla de Azriel—. Tú me haces vulnerable y no sabes el alivio que eso es para mi, saber que todavía existe en mi esa joven niña que anhelaba tanto una pareja. Tu me haces saber lo frágil que puede ser mi corazón.
Azriel la besó, fue un pequeño beso pero apasionado, se abrazaron y Azriel la condujo a su cama, donde se acostaron y la rodeo con sus brazos. Ambos permanecieron así hasta que se quedaron dormidos.
ESTÁS LEYENDO
Una Corona de Lagrimas y Sombras
FanfictionUna chica fría con una misión, está destinada al dolor y a la soledad, se encuentra involucrada con el circulo íntimo de la corte noche. Su tarea era fácil, verlos desde lejos, no involucrase y dejarlos continuar con vida pero ella no esperaba las v...