CAPITULO VENTITRES

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Capitulo 23.

Eco.

Cuando abrí los ojos la luz del sol cegó mis ojos, por lo que tuve que parpadear varias veces para acostumbrarme al brillo, cuando por fin lo hice lo primero que distinguí fueron los muros de la celda en la que me encontraba.

Entonces los recuerdos de anoche azotaron mi mente, la cena, el veneno, mi sangre...

Rómpela.

Mis alas, mis alas.

Mi mente no paraba de repetir esas palabras y el dolor en su cabeza aumentó y cuando por fin caí en cuenta de todo, me enderece pero el dolor en mi espalda me ocasionó un ardor infernal por toda ella.

No, no no.

Con mi cuerpo temblando, giré mi cabeza por encima de mi hombro y la vista me horrorizó, lagrimas cayeron de mis ojos, mojando mis mejillas.

Dos heridas rojas y llenas de sangre estaban en mi espalda, en el lugar donde debían estar mis alas.

Un grito desgarró mi garganta salió de mi boca, las lagrimas no dejaban de salir, mi cuerpo no dejaba de temblar. Mis alas, mis hermosas alas, lo único que me quedaba de mi madre.

Me derrumbe de nuevo en el frio suelo, con el cuerpo se mi desnudo temblando por el dolor y los sollozos que no paraban de salir de mis labios. Por fin me rompí, deje salir todo lo que tenía guardado en mi interior.

¿Cómo fue que permití que esto pasará?

...

Sentí mi cuerpo ser arrastrado, mis ojos estaban hinchados de tanto llorar que ni siquiera hice el intento de averiguar que estaba pasando a mi alrededor.

Pero mi respuesta no formulada fue respondida cuando varias voces se hicieron presentes. Me arrojaron de nuevo al suelo y mi cabeza azotó contra ella.

—Mírala, fue una absoluta decepción —la voz del Rey entro en mi oídos—. Has pasar a Keir.

Después de unos minutos, unas pisadas se escucharon a unos metros de mi, y un olor familiar in hundo mis fosas nasales. Poco a poco abrí mis ojos para tratar de ver lo que era ese olor familiar.

Con los ojos ardiendo por fin logré mantenerlos abiertos, y vi al Rey sentado en su trono mirándome con una sonrisa burlesca en su rostro afilado. Con un enorme esfuerzo traté de enderezarme pero el dolor y la falta de peso en mi espalda hizo que colapsará de nuevo. Risas se escucharon a mi alrededor.

Con una furia creciendo en mi interior volví a intentarlo y esta vez ignoré el dolor y logre sentarme, pero cunado lo hice, lo primero que vi a lado del Keir fue una espalda conocida, desvié mi atención de nuevo al rey y cuando puse atención a quien estaba a su lado, mi cuerpo palideció.

Ese era el olor familiar.

—Llevaba años buscándolo, perdí a muchos de mis hombres por eso —dijo cuando noto mi mirada sobre la persona a su lado—. Pero gracias a ti lo encontré. Resulta que tu amante vidente, quiso hacerse el héroe y apareció en tu cabaña tratando de advertirte, entonces mis hombres lo encontraron.

¿Advertirme? ¿Sobre qué?

Enfoqué mi mirada en Eder pero el solamente estaba a su lado, totalmente imperturbable con sus ojos mirando hacia la nada.

¿Por qué? ¿Por qué tuvo que salir de su escondite? Después de más de 1000 años sin salir por absolutamente nada.

—Creí que sería de útil para mi reino, pero no ha dicho ni una sola palabra desde que lo trajimos aquí, supongo que aparte de ciego es mudo —comenta el Rey—. Así que como ya no me es útil, decidí ponerlo como ejemplo para ti.

Una Corona de Lagrimas y SombrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora