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[Seungmin]

Al contrario que mi madre, mi padre parecía encantado con la idea de mandarme en ese mismo momento al internado. Solo sería acabar el curso, pues en vacaciones volvería de nuevo a casa, pero no podía negar el hecho de que serían casi tres meses que quedaban lejos de todos.

Lejos de Jeongin.

Me quedé quieto, incapaz de terminar de cerrar la maleta, recordando cada error que cometí, cada momento en el que pude hacer algo y no lo hice. Definitivamente el sentimiento de "¿Por qué no lo hice?" era mucho peor que el de "¿Por qué lo hice?". Jamás podría perdonarme el haber desechado tantas oportunidades, el ser tan malditamente cobarde y no haber podido enfrentar mis estúpidos temores antes.

En este tiempo me había dado cuenta de que no me valía solo con aparentar ser fuerte, que tras esa fachada de orgullo, seguía teniendo el mismo miedo que un niño.

"Jeongin no merece a un niño, Jeongin merece a alguien que esté a su altura"

Y estaba seguro de que tampoco merecía a Beomgyu. Desde el principio no me había gustado ese tipo, y mucho menos ahora que le veía tocando aquello que no le pertenecía, dándose aires de grandeza al besar unos labios que jamás terminarían de corresponderle.

Era casi tan penoso como yo ahora.

Como lo fue Jeongin en su momento, o mejor dicho, como yo dejé que lo fuera Jeongin en su momento. Porque sí, era totalmente consciente de mi papel en cada lágrima que soltó el pelinegro, de mi culpa en todos sus momentos de tristeza.

Le había dado problemas a demasiadas personas.

— ¡Seungmin, hijo, Minho está abajo!

Inspiré hondo y terminé de cerrar la maleta, dejándola junto a la puerta, lista para cogerla el lunes por la mañana y dirigirme con ella a mi nuevo destino. Había pasado una semana desde mi decisión y mi padre no perdió tiempo en hacer los trámites, buscando el colegio más conservador y atrasado que encontró, probablemente temiendo que terminara con otro chico.

Menudo idiota, pensando que podría acercarme a otro que no fuera Jeongin.

Sonreí amargamente, pensando en la ingenuidad de mi padre, mientras bajaba las escaleras. En la entrada me esperaba mi mejor amigo, con su característica sonrisa de oreja a oreja, iluminando cada parte del salón, menos a mí mismo. Al contrario que mi padre, mi madre no le guardaba asco después de saber que era homosexual, tan solo en ocasiones hacía comentarios como si fuera un problema para él, como quien se apena por alguien que está malo o ha suspendido un examen.

— Al fin te veo la cara.

— Estuve ocupado con el traslado –froté mi nuca, viendo desaparecer a mi madre por el pasillo, y volví a girarme hacia el pelinegro con actitud cansada. Solo tenía ganas de dormir, de cerrar los ojos y aislarme un rato. – ¿Qué pasa?

— Pasado mañana te vas.

— ¿Y?

— ¿Cómo que "y"? –me dio un golpe en el hombro con bastante fuerza, dolor que disimulé lo mejor que pude y froté mi brazo cuando no miraba. – Obviamente vas a pasar el día conmigo.

— No tengo ganas de salir.

— Va, Seungmin, solo vamos a mi casa.

— ...

— Hazlo por mí –hizo un puchero que únicamente consiguió una mueca de asco por mi parte. Finalmente suspiré y asentí, agarrando el primer abrigo que encontré, pero cuando fui a ponérmelo, el pelinegro me detuvo. – Ah, no. Ni pienses que vas a salir así. Te arreglas antes.

— ¿Lo dices en serio? Vamos a estar en tu casa, por dios...

— Puedo ir a hablar con tu madre sobre mi "problema" –mierda, dio donde duele, sabiendo la vergüenza ajena que me suponen mis padres en ese ámbito. Él rió y yo suspiré, dándome por vencido y comenzando a subir de nuevo las escaleras a mi habitación, con él detrás.

— Iré sencillo.

— Ve como quieras, pero arréglate.

— Maniático.

— Me amas.

— ¡DEJAD LA PUERTA ABIERTA! –Esa voz tan grave solo pertenecía a una persona, a una que ya no me infundía ningún miedo, solo pena. Y al parecer a Minho también risa, porque no pudo reprimir unas carcajadas antes de entrar a mi habitación.

— ¡Señor, tengo novio, no me interesa el enorme culo gordo de su hijo!

— ¡Minho!

— ¿Qué pasa? –se encogió de hombros y sonrió. – No he mentido.

Le miré varios segundos para terminar devolviéndole la sonrisa, elevando mis comisuras por primera vez en los últimos días.

— Mi culo no es enorme, idiota.

Descubierto- SEUNGINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora