Extras (2/7)

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[Seungmin]


No hubo la necesidad de que le presentara a mi grupo de amigos, principalmente porque no existía. Yo era el nuevo, el que llegó a mitad de curso, el que andaba amargado por los pasillos y con un humor de perros constantemente, así que no era extraño que mis amistades rondasen la inexistencia. Y en cierto modo era mejor así, pues no tenía que darle explicaciones de Jeongin a nadie, pasábamos más desapercibidos.

— ¿Y qué pasó con él luego? –pregunté, recostándome en la cama, a su lado y rodeándole con mi brazo mientras con la mano libre trazaba pequeños círculos sobre la su abdomen descubierto, ya que tenía la camiseta ligeramente levantada.

— Nos quedamos hablando y le expliqué lo sucedido, lo que me dijiste y lo que te respondí. Obviamente no podía seguir con él, y aunque parecía dolido, lo entendió.

— ¿Eh? –yo le miraba perplejo, casi incapaz de creerme esta versión tan lejana a la que yo había formado en mi mente. – ¿No se enfadó? –mi pelinegro negó, encogiéndose de hombros, aún con la vista clavada en el techo del cuarto.

— Es verdad que lloró, pero después de eso me pidió perdón. Dijo que en realidad él ya sabía que yo te gustaba, que se te notaba de lejos.

— No se me notaba de lejos –refunfuñé entre dientes, molesto de haber dejado tan expuestas mis emociones y forma involuntaria.

— Lo dijo él, no yo –rió y se apegó más a mí, enterrando su rostro en el hueco de mi cuello y aspirando. – De todas formas, quedamos bien. A la mañana siguiente se marchó pero seguimos hablando, incluso creo que comenzó con alguien hace unas semanas.

— ¿Estás seguro?

— Sí, Taehyun creo que se llama.

— Pues lo siento por él, debe ser horrible tener que aguantar a don perfecto como pareja.

— ¡Seungmin! –frunció el ceño y me golpeó, alejándose unos centímetros y recolocándose, quedando ahora sentado en la cama junto a mí, quien permanecía tumbado. Puse ambos brazos tras mi cabeza y sonreí con inocencia, como si mi odio a Beomgyu no tuviera solución y ya fuera algo totalmente normal. – Pues que sepas que a mí me trató muy bien. Siempre me traía bombones, y me hacía cosquillas cuando me ponía triste al verte en la salida.

— Ah.

— Y veía películas de miedo conmigo a pesar de que no le gustaban, solo porque yo quería.

— ...

— Y siempre se extendía mucho en la preparación para que no me doliese lo más mín-

Antes de que pudiera terminar, agarré el cuello de su camiseta y le atraje hacia mí con frustración, con frustración por estar escuchando la cantidad de momentos que yo había desperdiciado con Jeongin y los cuales había aprovechado el idiota ese. Le besé con todas mis ganas, terminando por colocarme encima de él, sujetándole de la cabeza para acercarle más a mí, para intensificar el beso. El aire se nos agotaba y ninguno parecía tener intención de separarse, la saliva comenzó a escurrirse, descendiendo por sus comisuras, y aún así no nos apartamos. Únicamente cuando mis pulmones pidieron a gritos un poco de oxígeno para seguir manteniéndome con vida, le alejé, aún sosteniendo su rostro, ahora agitado y decorado con un destacable rubor, entre mis manos.

— W-wow... –murmuró sobrecogido por mi repentino acto. Incluso a mí me había sorprendido la intensidad, lo poco que había pensado antes de actuar, lo instintivo que fue. – E-eso fue...

— Soy yo quien está contigo –declaré con firmeza, mirándole fijamente y quizás con más seriedad de la que requería. Pero es que de verdad me había molestado imaginarle con otro, imaginar la posibilidad de que hubiera llegado a querer a Beomgyu, a olvidarse de mí.

— ¿Crees que estaría aquí si no fuera así? –preguntó con ironía, sonriendo burlonamente y haciéndome sonreír a mí también.

— Con lo acosador que eres, quien sabe.

— ¡Oye! –se quejó pero terminó acompañándome en las risas, revolviéndose ante las cosquillas que le estaba haciendo. – A-ah, para... ¡Seungmin! –siguió riéndose, intentando escapar de mis manos, lo cual era imposible teniendo en cuenta que se encontraba debajo de mí, yo tenía absolutamente todo el control.

— ¿No decías que te gustaban las cosquillas? –pregunté con diversión, adentrando mis manos por debajo de su camiseta y presionando directamente en aquellos sitios que más risas le sacaban.

— ¡A-ah, que me muero! ¡Po-porfavor, d-de verdad qu-que me muero! –suplicó incapaz de dejar de reír, cosa que terminaba causándome más gracia. Seguramente ahora quería fulminarme y pegarme pero no podía dejar de soltar carcajadas, eso era una de las cosas más crueles de las cosquillas. – ¡Eres idiota! –terminó exclamando cuando le solté, aún sentado cuidadosamente sobre sus muslos, impidiendo que escapara. Reí y me incliné para besarle, sabiendo que no me rechazaría. Jeongin jamás rechazaba mis besos.

— Es tu culpa por provocarme.

— ¿Provocarte? –preguntó confundido.

— No me cuentes como te lo hacía, me molesta.

— Oh –puso un puchero y me agarró del cuello, para bajarme y poderme volver a besar. – perdóname.

Y le perdoné.

Descubierto- SEUNGINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora