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[Jeongin]

No solo tuvimos que salir afuera, también bajamos toda su calle y anduvimos hasta llegar al pequeño parque que había girando la esquina, el cual ahora se espeluznantemente vacío, cubierto de constantes chirridos por el viento que balanceaba los oxidados columpios.

Después de haber recorrido casi diez calles corriendo, dejándome el aliento en cada paso porque los buses ya no pasaban a estar horas, lo que más me apetecía era encerrarme en un cuarto con él y hablarlo tranquilamente y calentitos, pero aunque la segunda exigencia se cumpliera, teniendo en cuenta el fiestón que se estaba dando, la primera sería directamente imposible.

En todo el camino ninguno dijo palabra, andando uno junto al otro en silencio, pensando miles de cosas pero sin atreverlas a soltarlas, al menos en mi caso, pues las palabras se me habían atorado en el comienzo de mi garganta y se negaban a salir.

— Al final viniste -declaró, rompiendo el silencio por primera vez desde que habíamos puesto un pie en la calle. Asentí tímidamente y cogí asiento en uno de los chirriantes columpios, balanceándome ligeramente en él para distraerme. - Minho pensaba que no lo harías.

— No lo iba a hacer, ni siquiera sabía de esta fiesta.

— ¿No te lo dijeron?

— Tampoco sabía que te marchabas a un internado -proseguí, ignorando la pregunta que en estos momentos carecía de importancia. - ¿Cuándo te vas?

— El lunes...

— Oh.

Y de nuevo silencio.

Cuando le miré me encontré con su vista clavada en mí, observándome detenidamente y apoyado en uno de los soportes del columpio, guardando las manos en los bolsillos de su abrigo. Se veía muy guapo con el viento despeinándole el flequillo, alzándoselo y descubriendo momentáneamente sus ojos.

— ¿T-te quieres ir?

— No, pero me vendrá bien.

— ...

— ¿Tú quieres que me vaya? -tragué saliva, encontrándome demasiado pronto con tan temida pregunta, la cual ya había respondido anteriormente, solo que no estaba seguro de haber dado la respuesta correcta.

Y para mi suerte ahora se me ofrecía otra oportunidad. Seungmin volvía a preguntármelo, me miraba fijamente sin mostrar ningún tipo de emoción, al contrario que yo, quien probablemente estaba desbordando arrepentimiento y ganas de besarle por cada poro de su piel.

—...

— ¿Realmente quieres que me vaya? -volvió a preguntar, acercándose a mí, deteniendo el columpio lentamente y agachándose frente a frente, quedándose en cuclillas y mirándome desde abajo, quemándome solo con sus ojos.

— Y-yo, yo... -mordí mi labio inferior, volviendo a rememorar las palabras de Beomgyu, todas mis inseguridades, todas las veces que Seungmin me había rechazado, todos esos celos que negaba y luego reflejaba, todos y cada uno de sus errores. Empecé a temblar, incapaz de reprimir un segundo más mis lágrimas, y sin pensarlo me lancé encima de él, cayendo los dos al suelo, sintiendo como sus brazos me rodearon rápidamente con firmeza. - ¡Yo no quiero que te vayas!

De nuevo mis ojos se convirtieron en cascadas, mis sollozos y lloros casi opacaban a la música de la fiesta que se oía en el fondo de la calle, nuevamente me había convertido en una máquina de mocos y lágrimas.

Pero eso a Seungmin no le importó cuando sujetó mi rostro entre sus manos y me besó, aun en el suelo, rodeándome con sus piernas y sosteniéndome sobre su cuerpo.

No me aparté ni un centímetro, ni siquiera me alejé cuando comencé a quedarme sin aire, prefería morir a dejar de besarle en ese momento, así que tuvo que hacerlo él, devolviendo un espacio entre nuestros labios para que pudiéramos volver a respirar.

— Te he echado de menos Innie, no te imaginas cuanto.

— Yo también -me limpié el rostro con el dorso de mi mano y sonreí débilmente, sorbiendo antes de responder. Seguro que entre el frío y la escena de lloro, mi cara estaba completamente hinchada y roja, pero Seungmin seguía mirándome como si fuera el ser más bello del mundo, como si pudiera verse reflejado a sí mismo. - N-no quiero que te va-vayas nunca.

— Pídeme estar contigo.

— ¿E-estar? -le miré desconcertado, abriendo mucho los ojos y sin creerme lo que estaba escuchando. - ¿E-en qué sentido?

— En el que quieras. Pídeme ser tu novio y lo seré, pídeme ser tu marido y lo seré, pídeme ser tu pañuelo para limpiarte los mocos y aceptaré encantado, Innie -sonrió y acarició mi mejilla, descendiendo suavemente hasta llegar a la mandíbula, la cual comenzó a acariciar, trazando lentamente la línea de esta varias veces. - Seré lo que tú quieras mientras sea tuyo.

— ¿Lo dices en serio?

— Completamente.

Y podría no haberle creído, después de todo solo eran unas palabras más de esos labios que tanto daño me habían hecho, unas palabras afianzadas únicamente con besos y caricias, unas palabras que bien podrían ser mentira.

Pero no lo eran, simplemente algo me decía que no lo era.

Y de todas formas, prefería mil veces correr el riesgo a rechazarle. Por él saltaría infinitas veces a la piscina aún sin saber si está llena o vacía, y aunque me golpeara noventa y nueve veces, seguiría sin poder negarme a probar una vez más, a confiar en la centésima.

— Seungmin, te quiero.

— Siento que lo hagas -sonrió y me abrazó con más fuerza, provocándome ligeras risas que acalló rápidamente con sus labios, antes de apartarse y añadir. - Es infinitamente mejor quererte a ti.

Descubierto- SEUNGINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora