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[Jeongin]

Estaba con Jisung a la salida del instituto jugando a un juego que se le había ocurrido, relacionado con un polo y lo grande que fuera nuestra boca. Sí, efectivamente la ardilla me había retado a ver a quien de los dos le cabía más longitud del helado, y debido a mi competitividad no pude negarme.

¿Qué estábamos en invierno? ¿Qué acabábamos de salir de la escuela y en pocos minutos comeríamos? ¿Qué la mitad del colegio nos miraba con los ojos casi saliéndose de sus órbitas? Poco nos importaba, en esos momentos solo pensábamos que cual de los dos podría tragar más a fondo.

Por desgracia para mí, cuando casi veía desaparecer el extremo del helado bajo mi labio superior, divisé a Seungmin al fondo, entre el alejado y levemente disuelto corro de alumnos que hacían de público. Me atraganté y eché todo el helado fuera, consiguiendo que el palo para sostenerlo aún permaneciera aún sujeto entre mis dedos.

— Ho-hola Seungmin... –saludé abrumadamente, intentado esconder el frío postre de fresa que ahora chorreaba tanto dulce derretido como saliva. Me limpié la boca con mi lengua y seguidamente con la manga de la chaqueta del uniforme, pensando únicamente en no haberle causado muy mala impresión. Él solo me miraba atónito, bajando la vista al helado y nuevamente subiéndola a mis labios.

— ¡GANE! —ambos nos giramos hacia la ardilla, quien también sacó su helado y se puso a dar saltitos de alegría. Seguidamente se acercó a uno de los chicos que nos hacía de público y le tendió el dulce con una sonrisa. —Toma, te lo puedes quedar, no me gusta que esté tan frío —informó sin borrar su rectangular sonrisa y acercándose a paso rápido a mí. De lejos divisé a Minho acercarse al chico y quitarle el helado con molestia para seguidamente tirarlo a la basura y acercarse a Jisung por la espalda, rodeándole por los hombros con posesividad. —Jeonginnie, gané.

—¡Pero eso no vale, fue porque me distraj-

— ¡Gané y punto! –me interrumpió, colocándose un dedo sobre los labios para mandarme callar. Yo inflé los mofletes y aparté la vista infantilmente, enfadado por la derrota. De veras que odiaba perder, y más cuando lo hacía por error. ¡Si Seungmin no hubiera aparecido de seguro que yo habría ganado! —Ahora tienes que hacer lo que yo diga.

— No me parece justo... —refunfuñé en voz baja, pero poco pareció importarle al castaño, quien frunció el ceño con actitud pensativa, hasta que finalmente torció los labios en una malévola sonrisa que me puso los pelos de punta. Tragué saliva y recé porque no se le hubiera ido mucho la cabeza.

—Bájate los pantalones y pídele a alguien de aquel grupo de allí que te ayude a abrochártelos —sentenció con diversión.

Todos nos quedamos atónitos, pero para mi sorpresa, la primera persona en quejarse no fui yo mismo.

— ¡Ni de coña! –exclamó Seungmin. Le miré sorprendido, sintiendo arder mis mejillas tanto por la prueba impuesta por la derrota como por su reciente acto. Debió notar que yo estaba malinterpretando las cosas y apresuró a añadir. – Estamos en invierno y hace frío, no voy a dejar que se quede en ropa interior.

— Seungmin tiene razón, Jisung–corroboró Minho, acariciando tiernamente la cabeza del loco de su pareja o lo que narices fueran. –Piensa en otra cosa.

—Pero yo quiero que Jeonginnie haga eso... —gimoteó poniendo un adorable puchero.

—Pues te jodes —respondí fríamente, aún molesto por haber perdido de forma injusta. — Exijo una revancha. Y esta vez con unos más grandes, esos que eran de color azul.

— ¡Sí, sí, acep-

— ¡Jeongin! –levanté la vista hacia Seungmin . Mierda, casi olvidaba que era mi amor platónico y como tal, la única persona que no podía ver mi faceta repulsiva. Abrí los ojos con expectación, adoptando una expresión más inocente. Él rodó los ojos y me quitó el polo de las manos con brusquedad, terminando por tirarlo al suelo. – ¿Pensáis calentarle la bragueta a todo la escuela o qué?

Descubierto- SEUNGINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora