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[Seungmin]

Sí, un baño relajante era lo que más necesitaba después de haber leído los mensajes de Beomgyu, pues estaba tan furioso que me debatía entre tirar las paredes a puñetazos o calmarme e intentar sobrellevar la situación sin heridos graves. Pero para mi desgracia, la vida la tenía tomada conmigo, y cuando apenas llevaba cinco minutos metido en la bañera, inundado en agua caliente, llamaron a la puerta. Fue solo un timbrazo, uno muy corto, pero resonó en el silencio de mi casa como lo haría un piano estrellándose contra el suelo.

Suspiré y salí de la bañera, colocándome una pequeña toalla para tapar lo necesario y decidido a soltarle cuatro cosas bien dichas a la persona que había interrumpido mi momento de relajación. De hecho aprovecharía para desahogarme con ella, que se jodiese por haberme molestado en estos momentos.

— ¿Qué mierda quie-

— Ho-hola Seungmin...

Me interrumpí al ver ese rostro que tantos problemas me había dado últimamente, frente a mí. Estaba despeinado y con la respiración agitada, los labios entreabiertos y rojizos, como si acabara de correr una maratón. Sencillamente, se veía igual de apetecible que siempre.

— ¿Qué haces aquí? —pregunté de forma más brusca a la pretendida. Estaba sorprendido de verle, pues pensé que pasaría la tarde con el otro idiota.

— Dijiste que vi-viniera, y pu-pues yo...

— Anda, entra.

— Gracias... —murmuró mientras cruzaba la puerta cabizbajo, evitando encontrarse con mi cuerpo. Porque sí, cabe aludir que yo me encontraba únicamente con una toalla tapando lo esencial, y no me costaba percibir lo incómodo que se sentía Jeongin por ese motivo. — ¿Interrumpo?

— Iba a darme un baño.

— Oh, perdona, pu-puedo irme si quieres...

— ¿Prefieres acompañarme? —pregunté con diversión, ladeando mi sonrisa al tiempo que acariciaba su mejilla, disfrutando de cómo se arrimaba a mi contacto. Era malditamente hermoso.

No dijo nada, pero tampoco hizo falta. Agarré su mano y comencé a andar en dirección al baño, cuarto que desprendía vaho por la alta temperatura del agua. Cerré la puerta a la espada de Jeongin y sonreí al verlo de pie, parado, incapaz de moverse o hacer algún movimiento por temor a estropear algo.

— Mi madre dice que es mejor ducharse, porque se ahorra agua y dinero. —Soltó de repente, seguro que por la presión del momento, lo que me causó gracia. Reí y comencé a desvestirme, o más a bien a deshacerme de la diminuta toalla. Jeongin intentó distraerse clavando su mirada en el suelo, evitando encontrarse conmigo.

— Es un baño para quitar el estrés, Innie.

— ¿Estrés? —alzó la cabeza, mirándome con curiosidad. Yo ya estaba en el interior de la bañera, recostado con ambos brazos en los laterales. — ¿Estás estresado?

Asentí entre amargas risas. Estresado era poco en comparación con lo que este chico me hacía vivir. Confusión, agobio y auto represión eran las palabras que destacaban en los últimos días de mi vida, claro que todas ellas se compensaban al poder disfrutar del pelinegro. Solo por él aguantaba esta situación, porque no podía ni quería dejarle.

— Mucho, Jeonginnie.

— ¿Puedo preguntar qué te estresa?

— Mejor no —sonreí, disfrutando de leve puchero de decepción que ocupó inconscientemente sus labios, y mordí los míos propios, disfrutando de esa escena. — ¿No piensas acompañarme?

Descubierto- SEUNGINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora