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[Seungmin]

Sonreí como idiota al verle volver a su sitio en busca de los apuntes que había dejado olvidados sobre el pupitre. Solo con ese gesto ya sentí que me moría de ternura, y ni siquiera llevábamos una media hora juntos.

"¿No podían haberle castigado otro día? ¿Tenía que ser justamente hoy? ¿Y solo a él? "

Después de casi todo un mes evitándole, mis esfuerzos iban a irse de nuevo a pique solo por este maldito tiempo de castigo. ¡Si tan solo no me hubiera metido en esa estúpida pelea con el hijastro del director! Ash, de verdad que soy idiota, y lo peor de todo era que no podía negar que una parte de mí se alegraba de encontrar una excusa para volver a hablar a Jeongin.

—¿Seungmin?

— Acerca esa silla –le ordené con fingida indiferencia, como si no hubiera estado comiéndomelo con la mirada hacía tan solo unos segundos, y señalando el asiento más cercano que había a mi pupitre, ya que eran individuales.

Dejó los libros sobre la mesa y asintió tímidamente, yendo a toda prisa a coger a silla y ponerla a mi lado, guardando una excesiva distancia. Suspiré y le acerque más a mí, tirando del respaldo metálico.

— ¿Qué es lo que no entiendes?

— O-oh, sí –bajó la cabeza avergonzado y sorprendido por mi acto, y comenzó a señalar inútilmente la página del libro de matemáticas que había traído, sin concretar en ningún punto. – Todo, o-osea nada, e-es decir, no entiendo nada.

— ¿Nada de nada?

— ¡No es mi culpa, es que es muy complicado! –protestó, cruzándose de brazos y girando el rostro. Me fue imposible reprimir unas risas al ver ese gesto tan infantil, y solo ese sonido hizo que se volviera a girar para mirarme con curiosidad, quedándose embobado con mi risa. Cuando me percaté, me interrumpí de inmediato, cubriéndola con una tos nerviosa que únicamente nos hizo sentir más incómodos a ambos.

— Es sencillo, a mi me lo explicó Felix hace tiempo. Mira. –dije para cambiar rápidamente de tema, y tras su asentimiento, comenzó el intento de clase particular.

Fue más agradable de lo que me esperaba, pues Jeongin no tardaba en coger las ideas. Aprendía con facilidad, y casi podía asegurar que me distraía yo más veces que él durante la lección, y eso que era yo mismo quien la impartía. Claro que en mi defensa, alegaré que él no tenía que tratar con el rostro más adorable y precioso del mundo a menos de cinco centímetros del tuyo propio.

— ¿Entonces esto es así?

— Eh... –eché un vistazo a la solución final que acababa de escribir y ladeé la boca en desaprobación. Negué mientras comenzaba a buscar el error, y cuando di con él señalé la reducción en la cual había fallado el pelinegro. – Te equivocaste aquí, pero no te preocupes, solo es un error de cálculo.

— Lo haré de nuevo –respondió con su vista fija en el ejercicio, como si este fuera el rival de su vida y ahora se estuviera batiendo en duelo contra él. Sonreí, cubriendo mi boca con la mano, y agarré su cuaderno.

— Como quieras, pero espérate y lo hacemos en una hoja nueva.

Y ahí fue cuando volví a meter la pata, para variar.

¿Quién mierda me iba a decir a mí que buscando una página al azar iba a terminar encontrándome la última de todo el cuaderno con mi nombre escrito en cada centímetro de ella?

— ¡NOOOOOOOO! –Jeongin se echó encima del cuaderno, cubriéndolo con sus manos y rostro, pero inútilmente, ya que yo había visto todas y cada una de las letras y corazones que invadían la página.

Descubierto- SEUNGINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora